"Pasé de todo en la vida. Trabajé mucho pero todo se puede llevar; menos los dos días más duros de mi vida, cuando tuve que enterrar a un hijo, que eso no se supera, y cuando murió Gelete, que era como de la familia".
- ¿Gelete el de la radio?
- Claro, Gelete el de la radio.
- ¿Como de la familia?
- Pues claro, pasaba todas las mañanas con él. Por las tardes trabajaba en el bar, en la cocina, y por la mañana cosía para una casa de tejidos, siempre escuchado a Gelete y también le llamaba para cantar, que se me daba muy bien. Y cuando estuve enferma me vino a ver y me llamaba. No lo olvidaré en mi vida, lo que lloré su muerte.
Es un testimonio de 1998 (en La Crónica) de Carmen Espinosa, un reportaje que nada tenía que ver con la radio pero para ella Gelete, que había fallecido cuatro años antes, era mucho. Como para otros muchos oyentes —y muchas, pues su público era mayoritariamente femenino, por el horario— a los que Ángel Luis Fernández Castaño se ganó con su forma directa y cercana de hacer radio, abriendo los micrófonos para cantar, como en el caso de Carmen, cantar, pero también recitar o contar historias de su vida, su pueblo... Gelete se convirtió en un fenómeno social, como pocas veces se ha visto en la radio. Sirva un ejemplo. En una entrevista con Gerardo García, el hombre que durante 50 años hizo las sopas de ajo que se dan en las fiestas de San Juan de León, éste ofrecía un curioso dato.
- ¿El año que vinieron los Reyes (Juan Carlos I y Sofía) fue el que más raciones se consumieron (fue 1998)?
- No. El año que más gente acudió fue uno en el que Gelete las promocionó, invitó a sus oyentes a participar y fue una verdadera avalancha; se acabaron las sopas, los vasos, todo, una locura.
Ése era Gelete.
Fernando Rubio también tiene un recuerdo muy entrañable del colega Ángel y celebra poder tener "un entrañable recuerdo de un buen amigo pero, sobre todo, un tipo entrañable, cercano y natural, pese a ser una estrella".
Destaca Fernando cómo Gelete fue capaz de "hacerse a sí mismo, su facilidad para aprender. Fue un fenómeno radiofónico y social difícilmente explicable, de una naturalidad arrolladora. Nadie podía esperar de su precaria formación, sus limitados recursos, su desconocimiento de la profesión, en la que entró como ‘chico de los recados’, la transformación que experimentaba cuando se ponía ante el micrófono, dialogando con los oyentes, de manera especial con las amas de casa, a las que atraía con su singular espontaneidad y su innato desparpajo".
Ángel Luis Fernández Castaño había nacido en León en 1949, en su ciudad cursó sus estudios primarios, que se llamaban entonces, y comenzó a trabajar. Curiosamente sus primeros contactos con el medio radiofónico se produjeron enPamplona, donde había ido a trabajar. A su regreso a León siguió su pasión por la radio y en ella, como recordaba Fernando Rubio, hizo un poco de todo, hasta llegar a colaborar y después presentar recordados programas como Variedades en la matinal, Ventana abierta o De todo; en los que siempre puso en práctica su concepto de la radio abierta, cercana, "para amas de casa", decía él y, de alguna manera, ‘le achacaban’ los pocos detractores que Gelete pudo tener.
Su capacidad de llegar y generar respuesta era evidente. En detalles como el apuntado por Carmen, el de las sopas o, sobre todo, un hecho realmente significativo, que también recordaba Fernando. "Organizó un concurso estival para conocer el pueblo más bonito de la provincia y fue una auténtica locura de participación (creo que el primer ganador fue Boñar), miles de cartas, alrededor de diez mil. Pero aún mayor fue la respuesta a sus campañas navideñas para recoger juguetes para miles de niños, comida para familias necesitadas...".
Para una de sus iniciativas solidarias recibió más de 10.000 cartas, cuando animó a acudir a las sopas de ajo se agotaron las existencias y su mercadillo de libros usados es una ‘leyenda’Y el remate, para escolares, ayudando a las familias en el costoso trance de adquirir los libros de texto, inventó el famoso ‘Mercadillo Gelete de libros usados’, con tan buena respuesta que un concejal llegó a argumentar que "no hace falta fondos públicos para libros de texto pues los más necesitados los compran en el mercadillo de Gelete". Una idea que sigue viva, ahora en manos de otro grande de la radio, Mures, José Manuel Mures, que mantiene el nombre de su colega en la iniciativa.
Y fue Gelete un ejemplo de tolerancia con los habituales simpáticos (perdón por la bondad del adjetivo pero así les llamaba él) que aprovechaban su micrófono abierto para hacerse los graciosos aludiendo a su condición sexual. No merecen más recuerdo.
Una larga enfermedad, que llevó con discreción y entereza, desembocó en su llorada muerte, con tan solo 45 años de edad, en 1998. Grande Gelete.
El locutor que puso a cantar a todas las amas de casa
Gelete fue mucho más que un locutor de radio, que se decía entonces, fue un verdadero fenómeno social con su carácter afable y cercano, el micro abierto para que cantaran y contaran los oyentes, naturalidad en estado puro
06/03/2023
Actualizado a
06/03/2023
Lo más leído