Esta semana pasaron por León tres personajes del mundo de la música que lo han sido todo, «verdaderos dioses», en expresión a su charla/concierto, que se hizo posible gracias al entusiasmo, perseverancia y la presencia en la ciudad de un personaje como Jesús El Beatle, con el que tenemos una impagable deuda como autor de ese enciclopédico trabajo sobre la historia de la música moderna en León. Ahí están todos, grupo a grupo, cantante a cantante, compilados en silencio, primero en sus fichas, en sus páginas en la red, ahora en libro, en dos volúmenes. Hizo mucho El Beatle sobre los escenarios, pero lo que ha hecho cuando se bajó de ellos es de una generosidad inenarrable.
Y como regalo a sus libros, y con la complicidad de su editor en Lobo Sapiens, Martínez Reñones, el pasado miércoles estuvieron en la ciudad, en el mismo acto: Ignacio Martín Sequeros, de Los Pekeniques; José María Guzmán, del grupo de curioso y simple nombre; Canovas, Adolfo, Rodrigo y Guzmán, ‘Señora azul’ ¿la recuerdan? y Paco Pastor, el fundador, voz y alma de Fórmula V, que sigue entrando cada semana en nuestras casas con la sintonía de la más longeva serie, que no es otra que su canción ‘Cuéntame’, aunque en los karaokes siempre aparecía la pegadiza ‘Eva María’ o ‘La fiesta de Blas’, dos de sus himnos.
"Fórmula V habían arrancado con un sonoro fracaso, pero cuando vinieron a León en 1970 ya habían publicado ‘Tengo tu amor’ y ‘Cuéntame’, estaban en la cresta de la ola"
Entre las numerosas anécdotas de estos tres grandes Paco Pastor recordó al inefable Córdoba y las numerosas presencias del grupo en León «en aquellas épocas de las macrodiscotecas/salas de fiestas que programaban multitudinarios conciertos», recordaba, por ejemplo la Ramsés de La Bañeza.
Mientras tanto, en las mismas fechas, los chavales andaban pendientes de las entradas del Mono Loco y nada sabían de este ilustre trío. Es más, uno de ellos, pasó por un concurso de la tele ‘senior’ y tuvo que escuchar del Jurado que «le sonaba algo lo de Señora azul». (Algo parecido le ocurrió a nuestro tenor leonés Ignacio Encinas).
Como Pastor recordaba haber pasado por León se hacía obligado viajar al archivo de Fernando Rubio en los setenta. No hizo falta consultar, Fernando se acordaba perfectamente de ellos. Y eligió las imágenes «que tomé en junio de 1970, en la pérgola del Parque Infantil de Papalaguinda, con su representante José Luis Fernández de Córdoba». Recuerda Rubio que cuando llegaron aquella vez «ya eran unas estrellas, pero recientes, después volvieron muchas veces ya en ‘loor de multitudes’. «Se habían presentado en Madrid a primeros de 1968 y el fracaso había sido rotundo. A la carísima producción y promoción, el público responde comprando apenas unos cientos de discos. Su segundo sencillo sale en mayo del mismo años —‘La playa, el sol, el mar, el cielo y tú’— y todo empezó a cambiar, ya se metieron entre los más vendidos del verano. Poco después llega ‘Tengo tu amor’, otro éxito que define su estilo y ya en 1969 aparece ‘Cuéntame’, que ya llegará al n.º 1 de las listas de ventas y hoy es un verdadero himno».
Por ello, llegaron a León en la cresta de la ola. Pero Fernando Rubio quiere recordar a quien lo propició: «Creo que es de justicia y quiero resaltar la figura de José Luis Fernández de Córdoba. Gracias a sus inquietudes León pudo disfrutar de los mejores cantantes y grupos de la época. Reconozco que fue una figura controvertida pero absolutamente imprescindible en el conocimiento de la música ‘moderna’ en el León de los 70 como, por ejemplo, organizador del I Semana Nacional del Disco, en junio de 1971 y del controvertido ‘I Enrrollamiento Internacional del Rock’ en junio de 1976 y de traer a León a multitud de artistas».
Pero, reconoce Rubio, entre los cantantes que pasaron por León y le dejaron una profunda huella eligiría al argentino Jorge Cafrune. «Cuando tome estas fotografías que hoy traigo fue en 1975, me fascinó su canto y personalidad pero también su aspecto, y hasta su vestimenta me pareció familiar. Tiempo después confirme esa impresión del parecido de su aspecto con el de los arrieros maragatos, nada es casualidad».
"La enorme corpulencia de Jorge Cafrune corría pareja con su calidad humana. Era el último de una saga de poetas de la canción, a la que imprimía siempre una reivindicación social"
Dos veces, al menos, estuvo Cafrune en León, con su furgoneta, todavía sin Marito. «Su enorme corpulencia corrió pareja con su calidad humana. Era el último de una saga de poetas de la canción, a la que imprimía siempre una reivindicación social, de la que Atahualpa Yupanqui fue consumado maestro. Era una época, aquellos años 70, donde la juventud se decantaba por el conjunto moderno, con guitarras eléctricas y amplificadores potentes, y desde Argentina desembarcó Cafrune con el traje de gaucho, su sombrero, su poncho, sus botas negras, acompañado únicamente por una guitarra e impactó, no sólo a esa juventud sino a todos los españoles, a los que cantó y contó su inquietud social y su apoyo y defensa de las clases menos favorecidas de la sociedad. No hay que olvidar que antes de haber llegado al mundo de la canción fue mozo de bar, camionero y dependiente de almacén».
Y nos recuerda Rubio que su impresión inicial sobre la vestimenta la pudo confirmar: «El traje de gaucho que vestía tiene su origen en el de nuestros arrieros maragatos y no es sólo apreciación personal. En un libro sobre el traje maragato, editado en 2009 por el Ministerio de Cultura y Deporte, indica que (el traje maragato) «también tiene gran semejanza con el traje gaucho argentino y la razón está en que la Patagonia y la Pampa fueron dos de las zonas de América del Sur, junto con Uruguay, hacia donde se dirigió principalmente la emigración maragata cuando la arriería entró en crisis a finales del siglo XIX y comienzos del XX». Pues eso.