Entre las decenas de pueblos que estos días celebran las fiestas de Santiago está Cármenes, cabecera de La Mediana en los Argüellos leoneses, vieja e histórica comarca que se configura junto a los municipios de Valdelugueros y La Tercia (Villamanín); nombres más que ilustrativos: la Mediana, en medio; la Tercia...
¿Porqué elegir uno? Precisamente Cármenes. Se da la curiosidad de que este pueblo es otro punto más de conexión con Fernando Rubio, que en los años 70 veraneaba allí —"pasaba los veranos", matiza él— y por ello en su archivo existen muchas imágenes del lugar, aunque seguramente éstas no fueran tomadas para su trabajo de reportero, que ejercía en la prensa leonesa en los años 70.
Recuerda bien Rubio aquellos años "mozos" y también cómo en las celebraciones de las fiestas se puede medir perfectamente el paso del tiempo, el medio siglo ya vivido. "Mucho he podido disfrutar de aquellas fiestas, de aquellas orquestas, orquestinas subidas a un templete de maderas, y carritos alumbrados con las lámparas de carburo cálcico. Unas fiestas que duraban todo el día, y después de la misa tomar un medio cubo en el baile vermut y sacar a bailar a las adolescentes de mi edad...". Y en la tarde/noche el baile ‘en el prao’. "Con dos sesiones, la de tarde hasta la hora de la cena, y la verbena después de cenar. Los bolos, las carreras de cintas... todo ello marcado al toque de los cohetes rompiendo el silencio del cielo y los chavales corriendo detrás de las varillas al caer".
Nada que ver. En las actuales las orquestinas son grupos con enormes camiones escenario, que bien parece una competición a ver quien lo tiene más grande. Han desaparecido las sesiones de tarde y la verbena comienza casi a la hora que acababan antes. "Sí ha habido en los últimos años baile vermú, con buena acogida y mucha nostalgia en quienes recuerdan aquellas sesiones en el Casino".
Saliendo de las fiestas recuerda Fernando Rubio cómo eran aquellas vacaciones de tres meses, cómo era la vida de nuestros pueblos. "El baño en las heladas aguas del río Torío, en el pozo Calixto; ir a segar hierba o mieses; llevar a las vacas al puerto, moler los cereales con aquellos dos grandes palos unido con cuero, subir en el trillo, ordeñar a mano, ver cómo hacían la mantequilla con la centrifugadora manual, darle bolas de sal al ganado y tantas y tantas cosas que resultaban fascinantes para un chico de ciudad como yo".
La mayoría de estas faenas ya no existen, unas por suerte (segar a guadaña, ordeñar a mano, moler, trillar a la antigua usanza...) pues la moderna maquinaria las ha sustituido por otras formas más fáciles... "¿A esto le llaman meter la hierba?", dicen los viejos del lugar.
Estos viejos usos y costumbres aparecen en las fotos de Fernando en forma del rincón más recordado, el pozo Calixto para bañarse; en una vieja fragua (de Gerente) que ya inicia su deterioro y hasta de un perro que fue una especie de símbolo del pueblo: El Can Cán de Juanito.
Eran aquellas tierras entonces bastante aisladas, el nombre de Los Argüellos el de una de las comarcas menos fáciles de identificar sobre el mapa pero, curiosamente, la proliferación de actividades culturales y libros, especialmente nacidos en La Mediana de la mano muchos de ellos de Ángel Fierro, fue dando a conocer el nombre y el territorio, con el gancho añadido de usar su vieja denominación: Arbolio.
Tanto es así que al crear una Reserva de la Biosfera en la comarca se bautizó como de los Argüellos; ante la protesta de que tenía tierras que no pertenecían a Los Argüellos (Vegacervera) y se quedaban excluidas otras que sí lo eran (la Tercia), la sonrojante respuesta de los impulsores, por el desprecio a la historia, fue que "es un nombre con gancho".