Esta semana el santoral honró a San Francisco de Sales. Bien lo saben los lectores de prensa pues este santo es el patrono de los periodistas, lo que conlleva que se haya informado suficientemente de la celebración —ventajas del oficio— y de sus circunstancias. Lo que menos gente conoce es que el mismo santo Francisco también es el patrono de los sordos por una bella historia con el sordo Martín, al que acogió en su casa al conocer su minusvalía y cuando murió Francisco de Sales... a los pocos días lo hizo también Martín, de pena. .
Achacan las malas lenguas a los periodistas la culpa de que sea poco conocida la faceta de patrono de los afectados de discapacidad auditiva pues quieren evitar que en vez de recordar la leyenda del sordo Martín crezca el chascarrillo de que es "el patrono de los que no oyen y los que no quieren escuchar". Vete a ver.
El caso es que esta semana los periodistas han estado de celebraciones. Y Fernando Rubio también lo es, no lo olvidemos, periodista gráfico o fotoperiodista que dicen ahora. Periodista a fin de cuentas.
Y además nos propone un viaje a sus años de ejercicio en León, a aquellos años en los que las redacciones aún olían a tinta y papel y a los nombres ilustres de unas generaciones que, en su gran mayoría, disfrutan de su jubilación o, en algunos casos, por desgracia han fallecido. Y en nombre de todos ellos su cámara recupera a uno muy entrañable para todas las gentes de la profesión, Marcelino Cuevas, hombre de radio y de papel, que nos ha dejado un recuerdo imborrable y también un hacer profesional impecable. Sirva como ejemplo aquel programa de música tradicional ‘El grajo’, para el que recorrió con su grabadora toda la provincia recogiendo canciones que en muchos casos se han convertido en testimonios únicos, impagables y fuente que alimentó los trabajos de muchos folcloristas y jóvenes músicos de generaciones posteriores.
Por sus fotografías de las celebraciones de años setenta, cuando las redacciones olían a tinta y papel pues las rotativas aún estaban allí, al lado, andan el histórico e inolvidable Paco Pérez Herrero, mucho más que el creador de Genarín, muchísimo más; Juan Ríos Suárez con sus asteriscos; Ángel María Fidalgo, tal vez en representación de la larga tradición periodística de Astorga pero en su caso ejercida en León, sobre todo; el irrepetible Joaquín Nieves, el entrañable ‘decano del crimen’, apodo cariñoso para quien hizo de la información de sucesos una verdadera pasión y se asoma desde el rincón la representación de las nuevas generaciones que llegaban a las redacciones, también con más mujeres, minoritarias hasta entonces: es la navarra Maite Bayona Antón.
Era otra forma de periodismo y de vida, de ser la profesión y de vivirla. De aquellas redacciones que cerraban a altas horas de la madrugada cuando empezaban a rechinar las rotativas, llegaban los policías de servicio a pillar noticias frescas a la vez que marchaban los últimos redactores camino de los bares y pubs de la noche leonesa a comentar ‘la jugada’ y recoger las noticias pues era un mandamiento incuestionable que "la noticia está en la calle y no va a venir a atropellarte". Tal vez era una simple disculpa para mantener viva una forma de hacer periodismo.
Tal vez ni mejor ni peor, aquella.
Quedan muchos más nombres en el tintero, pero no es la celebración del patrono una especie de guía de nombres sino el recuerdo de unos pocos que son asimismo otros muchos redactores de cuando olía a tinta y papel.
La llegada de la Democracia y una nueva generación
Por un día el fotógrafo, en este caso Fernando Rubio, también es protagonista y nos aporta una imagen de lo que él llama "la nueva generación" de los setenta o los que les tocó contar la llegada de la Democracia. En el centro de la imagen está él y le rodean Jaime Morán, José Luis Estrada, Teruca Rivas, él en el centro, Pilo, Javier Fuentes y, detrás y de pie, aparecen Ángel Fernández Millán, Ana Mari, Francisco Martínez Carrión, Camino Gallego y Fernando Aller. Con el tiempo tres serían directores de periódicos (Carrión, Aller y el fallecido José Luis Estrada) y Camino Gallego debe ser la última que permaneció ‘al pie del cañón’ hasta no hace mucho tiempo, que se jubiló. Mucho periodismo y muchos recuerdos en una sola imagen.
