"Vale quien sirve a España con amor"

Los campamentos de la OJE, por los que pasaron miles de leoneses, se han convertido en un asunto de debate entre si eran ocio o doctrina... o las dos cosas

09/09/2024
 Actualizado a 09/09/2024
El delegado nacional de Juventudes, Gabriel Cisneros y el el gobernador civil Luis Ameijide presidieron la ceremonia de clausura en Riaño. | FERNANDO RUBIO
El delegado nacional de Juventudes, Gabriel Cisneros y el el gobernador civil Luis Ameijide presidieron la ceremonia de clausura en Riaño. | FERNANDO RUBIO

Los campamentos de la OJE, los fuegos de campamento, cientos de niños ‘desfilando’ por las calles de nuestros pueblos, los himnos, los lemas, el tono marcial, los veranos en la naturaleza... marcaron décadas de verano en muchos pueblos de la provincia en los que se desarrollaron, como La Vecilla y Riaño, dos de los más clásicos y famosos. 

Miles de leoneses han pasado por ellos y los recuerdos son bien diferentes ¿Ocio o doctrina? ¿Ambos? depende cómo se recuerden, depende quién mire.

Sin ir más lejos. No es la misma la mirada del amigo Fernando Rubio que la de quien esto firma. Así los recuerda Fernando, que cubrió la clausura de los campamentos del año 1970, en el franquismo, recordamos: "En aquella época yo trabajaba para el Proa, el diario del Movimiento, también llamado ‘de La Falange’ y que posteriormente cambiaría su nombre por La Hora Leonesa. Acudí a tomar imágenes de la clausura del campamento ‘18 de Julio’ de Riaño. Fue una ceremonia singular y, aunque el motivo del cierre fuera la construcción del embalse de Riaño, anticipaba, de alguna manera un cambio de ciclo histórico, simbolizado en el arriado de las banderas que fueron depositadas en un arcón de madera y enterradas al pie del mástil, con un tubo metálico, dentro del cual figuraba la relación de todos los turnos celebrados en el campamento. Participaron también chicos y chicas de los campamentos Ordoño II de La Vecilla y José Antonio de Boñar". La ceremonia contó con la presencia de las máxima autoridades del régimen de la época: "La ceremonia que fue presidida por el delegado nacional de Juventudes, Gabriel Cisneros y el gobernador civil Luis Ameijide Aguiar".

Si a eso añadimos los nombres de los campamentos: 18 de julio, José Antonio... es evidente de qué tiempos estamos hablando. Se pueden completar ‘las sospechas’ de quienes ven doctrina con las letras de los himnos que marcialmente cantaban al recorrer los pueblos, perfectamente uniformados: "Vale quien, sirve, / servir es un honor, / vale quien sirve / a España con amor. // Vale quien sirve / y esfuerza el corazón / luchando siempre / con fe y tesón. // León rampante es mi canción, / luchando siempre con fe y tesón./ León rampante es mi cantar / ¡Arriba España!, con mi cantar». 

(Por cierto, las peñas que usan el nombre de León Rampante no sé si se saben herederas del himno, lo ignoran o lo han elegido).

Sin embargo, Fernando Rubio también asume la versión de ocio, campamento de verano: "Ir a un campamento, principalmente de la Organización Juvenil Española (OJE), era una forma de disfrutar del aire libre y, como se dice ahora, "socializar" para los niños y adolescentes leoneses. Ahora sería perfecto para el respeto por el medio ambiente, el cambio del clima climático, el ahorro energético, ya que no había botellas de plástico (con la cantimplora era suficiente), no había ordenadores (los libros y los tebeos eran suficientes), no había móviles y, por lo tanto, redes sociales distantes (el roce diario y el fuego de campamento lo suplían con creces) etc...  No quiero decir que este tiempo presente que, también me ha tocado vivir, no tenga muchas ventajas, pero cada cosa tiene su gracia". 

Y hace un juego de palabras con el lema, ‘vale quien sirve’, recordando que sirve "a los demás, por supuesto" y lamenta que muchos lo hayan convertido en un "vale quien se sirve".

Todo preparado en La Vecilla para uno de los famosos "fuegos de campamento". | FERNANDO RUBIO
Todo preparado en La Vecilla para uno de los famosos "fuegos de campamento". | FERNANDO RUBIO



Otra mirada podía ser la propia, la del chaval que vive en su pueblo, en uno de esos pueblos de la montaña leonesa que eran habitualmente elegidos para asentar allí eso que ellos llamaban ciudades de lona y veías pasar "y vacilar" a aquellos chavales de tu edad, con planchados uniformes, canciones que nada tenían que ver con las que escuchabas en la taberna o las reuniones de vecinos y unos monitores que dirigían el cotarro con aire marcial. Por las noches ibas a ‘vigilar’ desde alguna loma cercana sus famosos ‘fuegos de campamento’, de los que se contaban aventuras extraordinarias que, curiosamente, nunca observabas desde tu punto de vigilancia. Veías a aquellos ‘chicos de la OJE’ del vale quien sirve o el siempre alerta, creo, de los Boy Scouts, con una mezcla de envidia y cierto recelo con aquellos invasores que te miraban con cierto aire de superioridad. Por cierto, entre los detractores creció un dicho que, con cierta maldad, definía estos desfiles como un grupo "niños vestidos de gilipollas y dirigidos por unos gilipollas vestidos de niños". Con perdón, pero es evidente que hizo furor. 

Todas estas circunstancias, unidas a los tiempos de controversia y enfrentamiento, hacen que también los recuerdos de aquellos campamentos de la OJE sean completamente enfrentados. Nació esta organización juvenil en 1960, fundada oficialmente el 18 de julio.

La letra del repetido himno se debe a Francisco Riego y la música a Mariano Cuesta Polo, y su comienzo era el soniquete que se le quedaba grabado a quienes veíamos pasar a aquellos chavales cantando: "Olarí, olará, / olarí, olará, / con el paso marcial /canto así al caminar". 

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