Desde el corazón de León para expandir latidos

Babia y Luna son protagonistas en esta entrega junto a Felicitas Rebaque, médico vallisoletana afincada en León y autora de novelas ambientadas en la comarca

Mercedes G. Rojo
11/07/2023
 Actualizado a 11/07/2023
El embalse de Luna con el puente en el fondo. | OLGA ORALLO
El embalse de Luna con el puente en el fondo. | OLGA ORALLO
Tenemos la suerte de vivir en una provincia donde es raro el lugar al que llevemos nuestros ojos en el que no seamos de descubrir algún tipo de belleza. Y es que nuestra provincia es tan amplia y diferente en paisajes que solo nos falta el mar para tenerla completa, aunque somos muchos quienes pensamos que esa salida natural está en Asturias de cuya costa no nos separa, desde la capital,  más distancia quede las tierra de Cabrera o del Bierzo; y créanme que hablo con conocimiento de causa.

Dentro de ese maravilloso mosaico que nos conforma, viajamos hoy a Babia y Luna, zona reconocida definitivamente como «parque natural» desde 2015, aunque la misma ya fuese protegida por ley en 1991, y en 1992 se iniciara -por orden gubernamental de la Consejería de Medio ambiente de la Junta de Castilla y León-  el plan de ordenación de los recursos naturales del espacio natural del valle de San Emiliano. Situada en el norte de nuestra provincia, extendiendo su abrazo a las hermanas tierras asturianas, con las que comparte mucho más de lo que a simple vista pudiera parecernos, se extiende por los municipios de San Emiliano, Sena de Luna, Los Barrios de Luna y Cabrillanes, bajo la vigilancia imponente y mágica de Peña Ubiña, una de las moles rocosas más imponentes de nuestro territorio. En su abrupto paisaje adquieren especial protagonismo los valles de Babia y Luna, ricos en la diversidad de su vegetación y en la presencia de fauna autóctona, y marcados por la importante presencia del agua que se manifiesta en sus ríos pero también en sus fuentes.

Este paisaje daría para hablar horas acerca del mismo; pero como se trata de incitar a su visita prefiero terminar con algunas de las impresiones que guardo en mi memoria de los diferentes momentos disfrutados en dichas tierras: como una enorme luna llena surgiendo majestuosa entre el paisaje cubierto de blanco por unas tardías nevadas primaverales, llenando de luz la noche que lo cubría todo de silencio; o la mirada desafiante de un pequeño zorro rojo observándome desde el margen de la carretera, en las estribaciones del Embalse de Luna; o los rebaños pastoreando en las laderas próximas a Torrestío, con los cencerros y el ladrido del perro pastor compitiendo con las risas infantiles propiciadas por las actividades que nos habían llevado a la zona ; y tantas otras sensaciones surgidas de las incursiones de carácter más personal realizadas por unos paisajes siempre majestuosos y que te permiten entender perfectamente ese dicho tan leonés de «estar en Babia». El latido literario que brota desde LeónEstas tierras leonesas podemos también redescubrirlas con la mirada de Felicitas Rebaque (Tudela de Duero, 1955), quien, aunque nacida en tierras vallisoletanas, lleva muy alto el pabellón de la literatura leonesa desde que naciera definitivamente a ella precisamente en estos lugares de los que luego nos hablará personalmente. Y es que fue en ellas donde nació a este complicado mundo dejándonos desde entonces un importante número de libros publicados para todas las edades y una labor de difusión y apoyo a otras gentes literarias, como la que realiza como editora de la revista literaria digital masticadores.com, donde un buen número de prosistas, poetas y articulistas han llegado a conformar un equipo de más de cuarenta firmas leonesas de las casi doscientas que conforman esta plataforma que publica en diez países diferentes a través de cinco idiomas distintos.Por ese «renacimiento» literario, por su también ascendencia leonesa, y por haber transcurrido más de media carrera profesional en el mundo sanitario leonés, Felicitas es buena conocedora de nuestra realidad; la siente, la vive, le sirve de inspiración e incluso en alguno de sus libros ha sabido transmitirla como nadie, como en ese primer ‘El latido del agua’, inicialmente editado por la desaparecida Everest y que recientemente ha sido reeditada por  LXL, y cuya lectura nos hace descubrir página a página la fuerza del paisaje de una comarca –la que hoy nos ocupa- en la que la presencia del agua es continua e indispensable, al tiempo que nos hace vivir sus paisajes como si realmente estuviéramos en ellos. Felicitas es ese tipo de escritoras que, con una importante intuición natural que la ha llevado desde siempre a la necesidad y la pasión por escribir «las historias que le salen al paso», no ha dejado de trabajar para mejorar en su estilo y lo que tiene que ofrecer, y todo ese trabajo se ha visto reflejado en todo lo que es capaza de transmitirnos con sus historias, desde  esa primera surgida de su paso por Babia (donde dice haber conseguido la paz personal que buscaba en el momento de llegar a ellas,  sumergiéndose, ya para siempre, en la creación literaria) hasta ‘Réquiem por mi mano ausente’, su por el momento última novela en la que nos encontramos a una Felicitas Rebaque que no habíamos encontrado hasta el momento; aún dentro de su polifacético perfil de escritora que, centrada sobre todo en la prosa, lo mismo bebe de las fuentes de la tradición oral,  que se ahonda en la literatura erótica, o afronta historias con las que nos da su particular visión de verdaderos problemas sociales, analizados desde los sentimientos de los propios personajes, con una multiplicidad de registros capaces de llegar a todo tipo de público, resultados que nos ha regalado desde ese primer «latido» en numerosos títulos en solitario y en muchos otros proyectos corales en los que también ha participado. En ella vamos a encontrar a una escritora de estilo muy ágil, capaz de enfrentarse con la misma emoción y efectividad a todo tipo de público, ya sea infantil, juvenil o adulto, porque hace tiempo que ha descubierto que no se trata de escribir «para» sino «de» y hacerlo de tal forma que seamos capaces de acercar la historia a unos y a otros. Y como no, también nos acercará a estas tierras que la vieron surgir literariamente.Babia y luna: la magia que atrapa«Desde el primer momento el paisaje me subyugó. No sé por qué conjunción astral, mi espíritu se acompasó con el latido de estas tierras, con su voz. Y me enamoré de sus paisajes, bellísimos en cualquier época del año, de sus gentes, de sus cielos llenos de estrellas en sus noches. Tomando como punto de partida Sena de Luna, inicié mi recorrido por Babia, reserva de la biosfera y parque natural. Contemplé valles, montañas, pastos que se perdían en el horizonte, ríos trucheros, lagunas como Las verdes, cañadas horadadas durante siglos por las ovejas merinas que año tras año recorren la trashumancia hasta Extremadura.

Pequeños pueblos  de piedra y pizarra salpican el paisaje. Villafeliz que marca la entrada en Babia, San Emiliano y Torrestío con sus hórreos, Torrebarrio, y su ermita vigilante en lo alto del pueblo a los pies de Peña Ubiña. Peña Ubiña… montaña mítica con la que mantuve un diálogo íntimo con la promesa de subir hasta su cima. Promesa que cumplí en dos ocasiones y que desde entonces la considero “mi montaña”. Desde Puerto Ventana, se avista otra cara de Peña Ubiña, cercana y amiga; parece que la puedes tocar con la mano.

Os voy a confesar algo: En Ríolago, mientras contemplaba el palacio de los Quiñones, casa solariega del siglo XVI, pasó ante mí, una hilera de vacas de  camino a los patos. Fue un regalo. Sonreiréis al leer esto, pero llevaba muchos años atrapada en los edificios de la ciudad.

¿Sabéis que Luna en pachuezo, el idioma autóctono, se llama Tsuna? Ya el nombre te invita a soñar. Luna, un maravilloso valle por el que discurre el río que lleva su nombre para después embalsarse en el Pantano de Luna. Naturaleza en estado puro, presenta diferentes caras: una agreste y otra más suave dulcificada por sus praderas y pueblos tranquilos como Sena, Los Barrios, Rioseco de Tapia, junto con sus  frondosos bosques de sabinas.

Desde entonces aquí estoy: a veces en Babia, otras en Luna, siempre sintiendo su mágica inspiración e influencia». (Felicitas Rebaque).

Y con este sugerente texto que nos acerca a los inicios literarios de Felicitas en nuestra provincia les invitamos a seguir descubriendo la misma y a hacerlo, siempre que les sea posible, de la mano de la literatura de nuestras mujeres.

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