LNC Cofrade: Tras el incendio

Hace 75 años que la Piedad regresó a San Martín después del suceso de 1948

18/05/2024
 Actualizado a 18/05/2024
La Piedad de San Martín, antes del incendio. | GERMÁN GRACIA (ARCHIVO DE MINERVA)
La Piedad de San Martín, antes del incendio. | GERMÁN GRACIA (ARCHIVO DE MINERVA)

El 4 de febrero de 1948, «sobre las tres de la mañana» –tal y como se relata en la prensa de la época– «el sereno de servicio en la Plaza Mayor notó la salida de humo de la iglesia de San Martín». Avisados los bomberos, «en menos de diez minutos» sofocaron el incendio, atribuido a un cortocircuito en un confesonario, aunque las llamas habían ya llegado al altar de la Piedad.

La obra fue restaurada, bajo la dirección de Antonio Cruz Collado, en los talleres del Patronato Artístico, en Madrid. Y el resultado fue expuesto, entre el 19 y el 27 de marzo de 1949, en la sede de la Diputación Provincial de León, en donde se encontraban, «además de la restaurada imagen de la Piedad de Carmona, el vaciado en escayola de la parte de la escultura afectada por el fuego y dos vaciados en escayola de las cabezas del Cristo y de la Piedad». Estas últimas fueron sorteadas mediante una rifa, iniciativa ideada para recaudar fondos, como lo había sido también abrir una suscripción popular.

El martes, 29 de marzo, el vicario general de la diócesis –Fernando Álvarez– bendecía ‘sub conditione’ la imagen en San Martín, retomándose así su puesta al culto. Y, al día siguiente, dio comienzo «el solemne novenario que tradicionalmente se hacía a la Santísima Virgen de los Dolores ante esta imagen veneranda» –hoy perdido–, que culminaría el último día con un besamanos.

Según consta en el Libro de Fábrica de la parroquia, «por la restauración de ‘la Piedad de Carmona’» se pagarían 21.600 pesetas, 9.025,57 por las obras de albañilería y 7.203,52 por las de pintura. Asimismo, «se puso instalación eléctrica (…) que costeó el feligrés de la parroquia D. Lázaro Crespo Moro [que había sido abad de Minerva] por un importe de 4.000 pesetas».

75 años se acaban de cumplir desde que la Piedad regresó a San Martín tras, al decir de los expertos –entre ellos, Eduardo Alvarez Aller–, una excepcional restauración. Pero, con todo, la imagen no volvió a ser la misma. Las llamas se habían llevado consigo, para siempre, la fisonomía general de la imagen, incluidos la policromía y los rostros, tanto de la Virgen –mucho más juvenil– como de su Hijo, cuyas máscaras originales, calcinadas, aún se conservan. O se conservaban, al menos, hace unos años. Fueron encontradas varias décadas después por Antonio Cruz González –hijo de Cruz Collado– en su casa, y traídas a León.

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