Los personajes del tío Ful: Adonina, mujer rural en Lavandera

Va para los noventa y es un torrente de vitalidad, recuerdos y mucho trabajo; vive sola pero no quiere abandonar su pueblo, ni sus gallinas o sus paseos, lo que ya no anda es en la moto

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
15/10/2022
 Actualizado a 15/10/2022
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Adonina tiene cámaras por la casa, ante la imposibilidad de convencerla para que baje para León las hijas han decidido tenerla ‘a la vista’ para saber de ella, en sus idas y venidas. "Es que el año pasado me caí, pero no me voy a caer todos los años", dice esta mujer que camina para los noventa años, vital, independiente, ocurrente, como se dice por estas tierras suyas de Los Argüellos. De momento ya ha ‘arrancado’ una tregua "hasta los Santos y después si sigue haciendo tan buen tiempo...".

Y es que, curiosamente, Adonina no se siente sola, ni se aburre, en su pueblo, Lavandera, a pesar de que apenas media docena de personas pasan el invierno allí; pero sí se aburre cuando baja para León, donde hay mucha gente pero ella no los conoce y tampoco es de estar todo el día mirando escaparates. Por eso, explica con su gracejo habitual: "Cuando subo de León y llego ahí, veo el huerto y las gallinas y parece que ya arrispo, hasta parece que respiro mejor".

"Asentó el tiempo", dice Adonina cuando se sienta en la piedra banco que tiene en la terraza de su casa, desde la que se divisa todo el pueblo y las tierras y prados que durante tantos años trabajó. "Todavía atiendo los prados, el otro día fui a poner unas bolsas de plástico en uno que me lo estaban destrozando los jabalís; dice que hay manadas de ellos, yo no sé qué hacen estos cazadores, si los matan o no, que no se acaban. Y ahora dice que también anda el lobo, que está matando por ahí".

Desde su atalaya, viendo las tierras, escuchando a las gallinas "que este verano pusieron como nunca", le vienen a la memoria tantos años de trabajo. "¿Que si trabajé? Todo y más hijo, las vacas, más de veinte, cincuenta ovejas, segar la hierba, yo por un lado y Fin (el marido) por el otro... ahora, eso sí, yo cogía la moto y bajaba a Cármenes para aprender a hacer jerseys y gorros. Yo creo que era la única mujer que andaba en moto de todo por aquí".

Única, Adonina, claro que sí.
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