Los personajes del tío Ful: Santiago Ordóñez, de Redipollos

Es el prototipo del paisano trabajador, primero en varias empresas en Madrid, ganadero, en trabajos forestales, albañíl de ‘uso propio’, criador de patos para disfrute de las nietas

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
27/05/2023
 Actualizado a 01/08/2023
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Santiago, para los de Redipollos Santi, es uno de esos personajes que siempre te recomiendan entrevistar pues es la suma de un poco de todo: «Buena gente, buen conversador, trabajador en todos los oficios de un pequeño pueblo de montaña, incapaz de parar incluso después de jubilado y hasta hermano de uno de los personajes más conocidos de la montaña, Manolo ‘el guarda’».

Para corroborarlo, cuando llegamos a su casa está dando los últimos retoques a una pared de piedra que bien parece hecha por un buen cantero. Y por las paredes del portalón de la casa hay herramientas y aperos de los más diversos oficios, de panadero a carpintero...

- ¿Haces de todo?

- Es lo bueno de los pueblos, que siempre hay algo que hacer. Pero antes de quedarme en el pueblo estuve varios años en Madrid, en diversas fábricas. Y recuerda como siendo todavía «un chaval fui a trabajar y por allí anduve unos cuantos años».

- ¿Hasta la mili?

- Exactamente. Vine a hacer la mili y ya me quedé en el pueblo. Ya era algo novio de la que es mi mujer, me casé y aquí estoy. Fuimos saliendo adelante, trabajando un poco de todo.

Y repasa los diversos oficios que fue ejerciendo. «En casa siempre hubo algo de ganado, todavía tengo algo para ‘entretenerme’, vacas y yeguas sobre todo. Pero también trabajé mucho en las contratas de montes, tenía un Land Rover y siempre hace falta un coche así en estos lugares de acceso difícil».

- El Land Rover sube por una pared si hace falta.

- Es un tanque.

- También estuviste en el nacimiento de las cárnicas de Valles del Esla.

- Sí, muchos años, en Camposolillo, como entendía de ganado pues estuve un poco de encargado. Y cuando fuimos a comprar los bueyes...

«Y ahora crío patos», añade con una sonrisa señalando a «los 14 patos que me sacó la pata, que me parece una barbaridad».

- ¿Los comercializas?

- No, estos son para que jueguen las nietas cuando vienen. ¡Cómo disfrutan! Y el abuelo, todavía más viéndolas.

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