Los personajes del tío Ful: Abelardo, de Valcabado del Páramo

Increíbles 92 años del albañil, pocero, levantador de depósitos de agua "y lo que haga falta" de Valcabado y buena parte del Páramo; tiene tanta memoria como vitalidad, que es mucha

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
06/07/2024
 Actualizado a 06/07/2024
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El Páramo, y sus alrededores, está lleno de obras que recuerdan a Abelardo, el de Valcabado del Páramo, que con 92 años insiste en querer subirse a los andamios, en seguir participando en las obras. «A mí me das una azuela y todavía dejo ese artesonado como nuevo... anda que no trabajé yo en esta iglesia cuando se iba a caer a cachos... y de noche, que no cobré una perra por aquellos trabajos». Se refiere este irrepetible paisano a lo que hoy es la joya del patrimonio del pueblo, el artesonado mudéjar, ahora recién restaurado, algo que fue posible porque Abelardo evitó que se hundiera totalmente antes.

Pero no solo, ni mucho menos. Su pueblo está sembrado de casas levantadas por él en su trabajo de albañil, pero también numerosas tuberías subterráneas para los pozos o espectaculares depósitos  de agua para los pueblos, obras todas ellas de muy difícil ejecución en los tiempos que Abelardo las realizó. «Yo empecé a trabajar desde niño, con mi padre, que hacíamos tapial, después ya me puse por mi cuenta, cuando llegó el ladrillo estuve con buenos maestros, uno de Velilla, otro de La Nora del Río, que hicimos el colegio que hay allí, hasta con uno de Madrid... y ya me quedé yo, que ni sé las casas que habré hecho, más de cien». 

- ¿Y pozos?

- ¡Qué se yo cuántos haría! Hice tuberías de hasta dos kilómetros para regar, de un pozo que también hacía yo, de 14 metros o más. A pico y pala.  

- Y de los pozos bajo tierra a los depósitos, mirando al cielo.

- También levanté muchos. Mira, que recuerde ahora, tres en este ayuntamiento, el de Zambroncinos, en San Pedro, Valdespino Cerón, Fojedo... el último fue el de San Martín del Camino, que hay fotos de él hasta en Rusia. 

Y cuenta y cuenta obras, con una memoria prodigiosa y siempre con ganas de «coger la azuela» para mostrar su arte en oficios bien diversos, recuerda otro trabajo en una bodega, palomares... «Eso lo hago yo con la gorra; y si me pides una casa te la hago, desde el principio, de adobe, que es lo mejor que hay, la tapia y los adobes, ni cámara ni ostias, en ellas duermes con manta en verano»

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