El 3 de mayo hará 95 espléndidos años, todavía pasea cada mañana hasta Hormas para ver vacas y ganaderos y hablar con ellos, le gustaría cortar la leña con su motosierra, como toda la vida, "pero ya no me dejan, la edad no perdona, no queda más remedio que admitirlo, vamos p’allá".
Puede que la edad no perdone, pero cuántos querrían llegar a su edad con su lucidez, con su humor, en su estado físico y con sus ganas de vivir. "Y no se te olvide decir con lo que y he trabajado y las que yo he pasado, toda la vida con ganado, y unas nevadas de las de verdad, no de cuento, como las de ahora".
- Cuéntame una.
- ¿La del oso?
- La del oso.
Y Antonino cuenta aquella vez que enterraron un animal muerto en el monte y el oso escarbó y lo estaba comiendo. "Yo fui a verlo y él me miro. Yo no le tenía miedo y le grité pensando que se iba pero resulta que se venía hacia mí. No me quedó más remedio que lanzarme al río y el animal al desaparecer de su vista se dio la vuelta y volvió a seguir con su festín".
Antonino es de Cuénabres pero se casó en Casasuertes con Angelina (fallecida en 2021) y en el pueblo de ella se quedaron a vivir. Fueron durante años los únicos vecinos invernales del pueblo y aunque Antonino baja para Riaño algunos meses en invierno en cuanto puede regresa a su pueblo o sube con frecuencia, a ver la casa, a dar de comer a los gatos, a prender a cocina...
- ¿Y cómo encuentras el pueblo?
- Vacío, que hasta parece que hay menos pájaros, no ves más que cuervos, esos bichos negros que están vigilando desde el tejado a ver si pueden bajar a comerles la comida a los gatos.
- Y, ¿cómo aguantabais en invierno cuando erais los único vecinos del pueblo?
- La verdad es que a veces resulta algo duro; sobre todo cuando ‘la peste’ (la pandemia, se refiere), que iba la gente a verte y tenías que comunicarte con ellos a través de un ventanuco y con el bozal puesto (mascarilla).