"Vale más ser mayordomo en La Sobarriba que obispo en Madrid". Tómese esta frase como licencia para exaltar la grandeza de la Sobarriba en las tradiciones, que todos los respetos guarda el bueno de Antonio Barreñada hacia los obispos y hacía todo el mundo. Es más, se atreve a decir que "es más importante ser hermano mayordomo en La Sobarriba que arzobispo en la capital".
Lleva Antonio ‘a mucha honra’ el cargo que estrena de Hermano Mayordomo de la Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y el Silencio —’la del silencio’ que dicen ellos, abreviando y tal vez definiendo— después de haber sido Hermano Cantor, "que eso sí que es pecado en mi caso". Deriva ese orgullo de unir su persona, aún más, a su tierra y a una cofradía joven (de 1991) pero de la que cuenta que es "muy especial, pequeñina, y que está llena de referentes de esos pueblos humildes que rodean a la ciudad y, entre ellos, los de la Sobarriba. Referencia y referentes como esas capas pardas que tienen mucho que ver con sus rituales, su religiosidad, sus cantos, como ese ‘dainos’ que nada tiene que ver con ignorancia de la palabra sino que se trata de la voz del pueblo, de la tradición. Es incorporar a una cofradía de la ciudad la voz del pueblo".
Por ese anhelo de llevar a la ciudad la voz de las gentes del pueblo cree Barreñada que no cabe en este caso el debate sobre la conveniencia o no de "mostrar en el escaparate urbano" el alma de las tradiciones de tierras como la suya, tan cerca, aquí al lado, tan lejos, en la forma de vivir sus tradiciones. "Nuestra cofradía retomó dos procesiones inmemoriales, la del Dainos y la de la Buena Muerte, que siempre fueron especiales en la Semana Santa leonesa. Por ejemplo, no hay braceros, todo somos crucíferos, que nos ponemos donde nos dicen, y servimos como se nos pide, y sumamos gentes anónimas, que vienen desde la calle, les dejamos una túnica y salen con su Cruz, así llama la atención ver a alguien descalzo cargado con una Cruz de madera, que no sabemos el motivo, pero él sí lo sabe".
En fin, una cofradía tan especial como su tierra o su orgulloso hermano mayordomo.