«Desde ahora hasta septiembre no hay tregua en el calendario laboral de la orquesta. Verbena, furgoneta, dormir cuando y donde se puede, otra verbena y cuando se encienden las luces del escenario ritmo, música, presentación, baile, canciones y la sonrisa siempre en los labios. Tres horas y media vibrantes, que deberían ser agotadoras, pero cuando te gusta lo que haces... y a mí me encanta».
Lo dice ‘de corrido’ Euda quien, como si estuviera ensayando el largo verano de verbenas, jamás borra la sonrisa de la boca y la dulzura de las palabras. «Hay que dar buena cara, pero yo la llevo siempre».
- ¿Cómo comenzaste a cantar?
- Me gustaba desde niña, en Laciana. Con seis años ya entré en el coro de la iglesia de Villablino y pensé, no se me da mal, y ya no lo dejé nunca.
- ¿Qué cantabas?
- De todo. Las canciones del coro cuando era niña, en casa me ponían música africana de Cabo Verde... la verdad es que me gusta todo, pop, rock y, en el escenario, me divierto mucho interpretando música latina, salsa... en fin, todo, ah, y los boleros. Ten en cuenta que tenemos tres horas y media de espectáculo. Ahí cabe todo».
Reconoce Euda que el mundo de las orquestas ha cambiado mucho desde que ella comenzó hasta estas orquestas espectáculo, con unos escenarios que mucha veces tienen que montar la versión ‘reducida’ porque no cabe en muchos de los lugares en los que tienen que actuar. Sin embargo, no se ha olvidado la primera vez que se subió a un escenario. «Yo tenía 21 años, estaba hecha un manojo de nervios. Era con la Orquesta San Marcos y Cholo me arropó mucho. Al acabar fue a decirme que lo había hecho muy bien, que servía para esto y fue un refuerzo terrible para verme capaz».
Ha pasado por diversas formaciones y desde el año pasado está en una de las orquestas más conocidas y reconocidas, Cañón.
- ¿Hay fichajes de músicos entre orquestas?
- Tanto como fichajes no, pero los representantes están muy atentos a los que quedan libres, a los que dejan una formación... todo se sabe en este mundillo.