José Manuel García acude cada mañana a trabajar a un lugar que se llama Polideportivo Municipal José Manuel García, en su pueblo, La Robla.
– ¿Qué se siente?
– Agradecimiento. La sensación de que no es verdad aquello de que nadie es profeta en su tierra, al menos en mi caso.
– Pero también es verdad que cuando estabas en la elite del atletismo apostaste por quedarte en tu pueblo.
– Cierto. Tuve ocasión de irme, me habían propuesto entrar en la Blume pero decidí quedarme en mi pueblo, que después también ha sido generoso conmigo.
"Preferí entrenar por el bosque del Rabizo que ir a la residencia Blume"
Y decidió quedarse en La Robla, con su entrenador de siempre (Antonino Baños) cambió la posibilidad de un centro de alto rendimiento por entrenar en los bosques del Rabizo o Camposagrado, pintar él mismo en el suelo rayas cada cien metros para controlar los tiempos cuando entrenaba camino de la Peña El asno en Puente de Alba...
Y así vivió muchos años en la elite del atletismo, del campo a través primero y del maratón en la recta final cuando con el equipo español le concedieron el Premio Príncipe de Asturias del Deporte en 1997, junto a los legendarios Abel Antón, Martín Fiz, Fabián Roncero, Alberto Juzdado y el fallecido Diego García.
- No se puede decir en muchos sitios que, como ocurre en La Robla, ande por la calle un galardonado con el premio Príncipe de Asturias del Deporte. Solo hay dos leoneses que lo tienen, el otro esNicolás Castellanos.
- Bueno. Fue muy bonito, emocionante por lo que supone, la trascendencia, pero sinceramente si me tengo que quedar con un instante de mi carrera sería aquel momento en que crucé la meta el primero para ganar el Campeonato de España de Campo a Través senior por primera vez; ya lo había ganado en junior y había sido varias veces segundo y tercero, pero se me resistía el título.
Ahora anda más en bici –«las rodillas ya me dicen basta para correr»– y camina por La Robla con tal cercanía con todo el mundo que nadie diría que es un premio Príncipe de Asturias.