Los personajes del tío Ful: Manu Ferrero, contador de historias

Le gustan todas las definiciones para su oficio pues de todas tiene algo: enredabailes, titiritero, cuentacuentos, coplero, actor... a fin de cuentas, contador de historias

02/11/2024
 Actualizado a 02/11/2024
https://youtu.be/Oyq69VOvrDc

Es uno de esos tipos entrañables, cercanos, en la tradición de los viejos enredabailes de nuestros pueblos, aquellos que alegraban las tardes grises y los días de fiesta. Él no se siente incómodo en el traje de aquellos paisanos, todo lo contrario, feliz con la vida que lleva y que consiste en «tratar de alegrar la vida a la gente, ya sean rapaces de colegios o paisanos de una residencia, y creo que no le he hecho daño a nadie».

No es mala filosofía de vida de este paisano de todas las tierras pues «nací en la montaña minera, de Ciñera de Gordón, y vivo en Trobajo del Camino, por donde pasan los peregrinos, y para mis cuentos, leyendas, historias... me gustan todos los ingredientes, leer de todas las culturas y ver que se repiten las costumbres, las tradiciones... nuestra vieja del monte aparece en muchos países. Y no deja por ello de ser nuestra».

Manu Ferrero e recuerda contador de historias pero un día hay un salto, decide dedicarse a ello. «Iba mucho por los colegios de los rapaces con cuentos y esas cosas; después, por la noche, ya metida la noche, también actuaba en tabernas contando cosas que nada tenían que ver con las de los colegios, tenías que hacerte con la audiencia pues ya era tarde y la mitad de la gente ni sabía que iba a actuar nadie allí; pero es una escuela muy buena para hacerte con el público».

Y de ahí fue ampliando el espectro, las actividades, el teatro, las coplas —es el coplero oficial a San Antón—, los cuentacuentos...  contador de historias y escritor de otras; también poesía. «La poesía siempre ha estado ahí, siempre escribí, pero más para mí, para los amigos, no me gusta esa poesía declamada con tanto énfasis».

Y mucha lectura, mucha investigación, buenas dosis de meter material en la cabeza para que en cualquier momento irrumpa. «En mis cosinas creo que jamás hay dos espectáculos idénticos según veo el público, sus edades, sus gustos, sus pueblos voy tomando un camino u otro; para eso fue buena escuela aquellas noches de tabernas».

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