Solo nos pide que Isabel, la mujer que la cuida, esté cerca pues se siente arropada. "La conozco desde que nació, ya éramos vecinos, la vi crecer y jugar en la calle...". Después Primitiva se suelta y ya no necesita protección, su memoria es prodigiosa y destapa el tarro de los recuerdos. "Yo realmente nací en León, en el Corral de San Guisán, ¿todavía existe?, pero con seis años ya vine para Cistierna por el oficio de mi padre, que trabajaba en los Ferrocarriles del Esla, que se llamaban entonces. Y aquí sigo, que me casé con un asturiano y llevó veinte años viuda".
- Y como una rosa, con cien años.
- Cumplidos en diciembre.
- Me dijeron que le habían hecho un homenaje los vecinos.
- Sí, es cierto, fue muy emocionante que me lo hicieran precisamente los vecinos. No sabía que era tan querida.
Y recuerda todos los detalles de aquel día. Cómo su hija, la que vive en Madrid, que es maquilladora en la tele, la engañó diciéndole que bajaban a tomar un café y "al salir del ascensor ya vi una mesa muy larga llena de pinchos y cosas y a todos los vecinos del portal. Más de cincuenta, ¿cómo no me iba a emocionar?"
Recuerda aquella emoción como recuerda su vida en Cistierna, cuando era ella la que jugaba en la calle todo el día. Recita todos aquellos juegos de la infancia, todos los negocios de viejos oficios que había entonces y ahora no queda ninguno, "yo cosía pero habría veinte modistas en estas calles"... como recuerda todas las canciones que cantaba en el coro de la Iglesia, largos romances, el ‘himno antiguo’ de Cistierna "que lo canté el día de mi cumpleaños y nadie lo conocía".
Y nos demuestra su memoria y buena disposición cantando un largo y poco conocido romance que no sabe bien quién se lo enseñó, ni se traba ni se pierde. "Se muchos más".
- Y sale todos los días a dar su paseo... nunca sin arreglarse.
- Por supuesto; dice con una sonrisa pícara pues recuerda que hace una semana no accedió a la entrevista porque no había ido a la peluquería.