Los personajes del tío Ful: Socorro, toda una vida en Antibióticos

Entró a trabajar con 15 años en Antibióticos y se jubiló en la misma empresa; toda una vida en la que además nunca dejó de escribir y aprendió a ser una buena ‘hortelana’

Fulgencio Fernández y Laura Pastoriza
25/01/2025
 Actualizado a 25/01/2025
https://youtu.be/xfrM90GpFvs

Socorro Ramos Carro es uno de esos casos de fidelidad a una empresa, Antibióticos en este caso, en la que entró siendo una adolescente y se jubiló en ella después de más de 40 años en la misma. "Es que Antibióticos  yo creo que se podría decir que fue ‘la empresa’ de León... hasta ese final con la llegada de los italianos". 

Toda una vida laboral aunque en los primeros años lo compatibilizaba con seguir estudiando... y escribiendo, pues una de sus grandes aficiones, a veces medio secreta, era la de escribir, a pesar de que los inicios fueron complicados. Y curiosos. "Era una niña, de 9 o 10 años, y convocaron un concurso literario en el Colegio; me presenté y no me quisieron dar el premio porque decían que aquel texto no era de una niña. Menudo cabreo que cogí y eso que el premio era dos caramelos y una estampita de una virgen". 

Pese a ello no dejó de escribir pues es una pasión que ha tenido siempre, con la ‘empresa’ de la escritura mantiene un idilio sin jubilación con varios reconocimientos y diversas finales que la han animado a seguir, siempre han sido los reconocimientos la gasolina para seguir. "Llevaba un tiempo escribiendo poco, sin ánimos, y este premio que gané hace unas semanas en Monteleón lo cambió todo, he vuelto a escribir con muchas ganas. Valoro mucho más que la dotación económica la inyección de autoestima que supone"; y recuerda en ese mismo aspecto cuando siendo muy joven, después de un premio González de Lama y Alfredo Marcos Oteruelo la invitaron a realizar una colaboración semanal "y la firmaba con seudónimo".

Y otra afición adquirida ha sido la de cultivar el huerto. "No sabía nada de nada, soy de León, urbana, pero cuando nos vinimos a vivir para Villaobispo me aficioné a todo, a sembrar en la huerta, mis tomates, mis lechugas, flores y no se me daba nada mal. Me entretuvieron muchas horas... y recogí mis frutos, que siempre te anima".

Para seguir... y olvidar aquellos dos caramelos y la estampa. 

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