Mil cien años de Escalada

Una ruta por el mozárabe en la provincia de León

Epigmenio Rodríguez
05/09/2022
 Actualizado a 05/09/2022
Una imagen de la iglesia de San Miguel de Escalada, del siglo X. | DANIEL MARTÍN
Una imagen de la iglesia de San Miguel de Escalada, del siglo X. | DANIEL MARTÍN
En 2013 se celebró el mil cien aniversario de San Miguel de Escalada. Considerado uno de los más valiosos entre los monumentos mozárabes que se conservan en España, añade a sus muchos valores el haber sido el lugar de origen del Beato de Escalada. En el otro extremo de la provincia, en El Bierzo, se encuentra otro de los lugares de referencia del mozárabe: la iglesia de Santiago de Peñalba. Cerca de ambos se conservan algunas muestras de lo que fue una manifestación artística original y valiosísima.

Un poco de historia. Mozárabe es la denominación que se les dio a aquéllos que quisieron seguir siendo cristianos durante la dominación musulmana. Aunque se les toleraba la práctica de la religión, sufrían otro tipo de discriminaciones, como el abuso en el cobro de impuestos, que hacían su vida muy difícil. Desde los primeros tiempos de la Reconquista, muchos de ellos emigraron desde el sur a los reinos cristianos del norte intentando escapar de esa situación. Mientras permanecieron en el sur, sin embargo, se vieron obligados a vivir en condiciones de aislamiento. Esta circunstancia (más prolongada cuanto más avanzada la dominación) habría de ser determinante desde el punto de vista cultural y artístico. ¿El motivo? El aislamiento propició que se conservaran entre ellos elementos vinculados a su religión que, sin embargo, no pervivieron en los reinos cristianos. Las dos consecuencias más importantes de este hecho fueron su inclinación a mantenerse aislados también entre sus correligionarios, en el norte, y las aportaciones valiosísimas en forma de expresiones artísticas y culturales genuinas.

San Miguel de Escalada. La iglesia de San Miguel fue construida a principios del siglo X por monjes cordobeses, y ha sido restaurada recientemente. Está situada en la ladera de una pequeña colina, mirando al valle de Esla, y es de una belleza sobria, serena, que transmite una sensación de equilibrio. Lo primero que llama la atención al llegar es el pórtico formado por arcos de herradura, tan característicos del mozárabe. Al acercarnos, destacan los capiteles, todos diferentes, alguno de los cuales es de una época posterior. En el interior, dos hileras de columnas de mármol, al igual que los capiteles (probablemente procedentes de la cercana ciudad romana de Lancia, a decir de los expertos), separan las naves formando también arcos de herradura. Tras la desamortización de Mendizábal los demás edificios del monasterio fueron despareciendo. Sólo permanecen, además de la iglesia, la torre y la capilla adosadas, de estilo románico. En ésta, un panel informativo detalla las sucesivas intervenciones realizadas desde que se llevó a cabo la primera, en el lejano 1888. También proyectan un vídeo con información sobre el lugar.

El Beato de Escalada. Además de por su valor artístico, San Miguel es famoso por tratarse del lugar de origen del Beato de Escalada. Los ‘beatos’ son copias del libro ‘Comentarios al Apocalipsis de San Juan’, y deben su nombre al autor de éste, Beato de Liébana, que lo escribió a finales del siglo VIII. El de Escalada, escrito a principio del siglo X por el monje Magius, es el más antiguo que se conoce. Se sabe que estuvo en el lugar hasta, al menos, el siglo XIV. A partir del siglo XVI pasó por distintas manos y lugares hasta que, a principio del XX, fue adquirido por la Biblioteca Morgan de Nueva York, donde permanece en la actualidad.

Villarmún. La pequeña iglesia de Villarmún, pese a ser muy poco conocida, es una obra de gran valor, pues se trata de un ejemplo magnífico de transición del mozárabe al románico. Entre los elementos que lo demuestran destaca el arco de la cabecera, que no es totalmente de medio punto, sino que tiende a la herradura, aunque sin llegar a ella. Además, los dos capiteles del citado arco son muy significativos: uno es románico y el otro mozárabe. En el exterior, el ábside (cuyos canecillos, aunque bastante deteriorados, son de gran valor) es casi cúbico y está formado por muros rectos. También tiene relevancia el hecho de que la celosía original de la ventana de aquél, colgada actualmente en una de las paredes, es visigoda. O al menos lo son sus motivos: la cruz y los discos solares.

El Camino de Santiago. En Mansilla de las Mulas (veinte kilómetros río Esla abajo) nos encontramos con el camino de Santiago, que nos llevará al encuentro del otro foco del mozárabe en la provincia, en la comarca de El Bierzo. En Mansilla vale la pena dar un paseo por la orilla de la muralla, de la que se conservan algunos paños y cubos, y disfrutar de la serenidad de sus plazas, especialmente la del Grano, uno de los espacios urbanos más interesantes de la provincia. Para rematar el día con una visita al Museo Etnográfico Provincial, ubicado en lo que fue convento de San Agustín. Nada más dejar atrás Mansilla, de camino a León, un desvío de cuatro kilómetros nos permite acercarnos al monasterio de Villaverde de Sandoval. La iglesia, que se puede visitar, contiene elementos románicos junto a otros góticos (y hasta un capitel mozárabe, ahora pila de agua bendita). En León, además de los monumentos más conocidos (catedral, San Isidoro, San Marcos, murallas romana y medieval, etc.), vale la pena acercarse a la iglesia de Renueva para ver su portada, que lo fue del monasterio de San Pedro de Eslonza, en las cercanías de San Miguel de Escalada.

San Salvador de Palat del Rey. La iglesia más antigua que se conserva en la ciudad de León fue construida a mediados del siglo IX. De estilo visigodo, la iglesia presentaba algunas características típicas del mozárabe, como sus ábsides contrapuestos, con planta en forma de herradura en el interior y muros rectos en el exterior. Tras ser arrasada por Almanzor, fue reconstruida y modificada en diversas actuaciones a lo largo de la Edad Media. De la original se conservan, visibles, la base de los muros de uno de los ábsides y la zona central, con las cuatros columnas y los arcos de punto que sustentan la cúpula. La iglesia está situada el pleno Barrio Húmedo, el conocido y popular barrio que se ubica en buena parte de lo que fue la ciudad medieval.

De vuelta al Camino. En Hospital de Órbigo se encuentra uno de los hitos del Camino (y uno de los mitos leoneses): el llamado Paso Honroso. Se trata de un puente en el que, según la leyenda, a mediados del siglo XV, tuvo lugar uno de esos episodios de caballeros en los que se mezclan en grandes dosis el amor, los torneos, las lanzas y la sangre. Astorga, ciudad romana que llegó a ser convento jurídico (una de las ciudades ‘augustas’, Asturica Augusta), vale la pena por su historia y por la gran cantidad de monumentos y vestigios: desde los romanos hasta el palacio episcopal, obra de Gaudí, pasando por la catedral, el papel de la ciudad en la guerra contra Napoleón, o el delicioso museo del chocolate. Los pueblos de la Maragatería, comarca que empieza en Astorga, además de hermosísimos y bien conservados (Castrillo de los Polvazares, Santiagomillas o Turienzo de los Caballeros son algunos de los más destacados), fueron y son cuna de los maragatos, un grupo secularmente aislado, pese a dedicarse a una actividad viajera, como la arriería, y en el que se han dado, y se dan, una serie de manifestaciones culturales genuinas y diferenciadas del resto de la provincia. Tras coronar el puerto de Foncebadón (con la imponente mole del Teleno, al que los romanos llamaron Mars Tilenus, a nuestra izquierda), el camino se adentra en el Bierzo. A mitad del descenso, en El Acebo, un desvío de cinco kilómetros nos lleva a Compludo, lugar de origen de la Tebaida berciana y donde podemos visitar la ferrería, único vestigio que se mantiene (restaurada y en funcionamiento) en la actualidad. Tras atravesar Molinaseca, con su magnífica calle Real, llegamos a Ponferrada. En ésta vale la pena visitar el castillo-fortaleza de los templarios, origen de una ciudad que surgió en el entorno del puente que permitiría a los peregrinos cruzar el Sil en su camino hacia la ciudad del Apóstol.

Santiago de Peñalba y Peñalba de Santiago. Peñalba es el pueblo, y Santiago la iglesia. Situada en el corazón de la Tebaida, es considerada otra de las joyas del mozárabe. Fue construida en la primera mitad del siglo X por el abad Salomón, sucesor de San Genadio (quien impulsó el renacimiento de las comunidades religiosas tras el repliegue de los musulmanes). En la construcción destacan algunos elementos como el doble arco de la entrada, o los dos ábsides contrapuestos, algo muy infrecuente. Como corresponde al mozárabe, ambos son cuadrados, con muros rectos por fuera y curvos por dentro. Y como curiosidad, la espadaña está separada de la nave. Son de destacar las pinturas y otros elementos decorativos que aparecieron en algunas zonas del techo y las paredes hace unos pocos años, cuando se retiró la cal que las cubría. Entre ellos hay varios frescos de distintas épocas, pero lo que más atrae la atención del visitante son los llamados graffitis. Ocupando buena parte de las dos paredes en la zona del coro, se trata de una serie de grabados hechos con algún punzón o similar representando figuras humanas, animales o formas geométricas, muchas de ellas solapadas o superpuestas. También hay algunos nombres.

El pueblo de Peñalba está totalmente restaurado. En él, la práctica totalidad de las casas mantiene la estructura y los materiales tradicionales. Si se le añade el pavimento, a la vez bonito y cómodo para caminar, el pueblo está de exposición. A tono con el paisaje en el que se ubica, hermosísimo. En las montañas que lo rodean, el agua ha excavado a lo largo de los siglos profundos valles en los que uno puede comprender perfectamente por qué se refugiaron en la zona los ermitaños que buscaban aislarse del mundo. En el más famoso de todos ellos, el del Silencio, situado frente a Peñalba, lo hizo San Genadio. Una senda que parte del pueblo nos lleva, en poco más de media hora de paseo agradabilísimo, hasta la cueva en la que vivió, justo al principio del valle. Allí, según la leyenda, hasta el río dejó de hacer ruido cuando el santo se lo ordenó, de ahí el nombre del valle.

Santo Tomás de las Ollas.
Santo Tomás es una pedanía de Ponferrada, hoy prácticamente unida a la ciudad, en las cercanías de la carretera que viene de León. Su nombre da una buena idea de cuál fue la actividad principal del pueblo en el pasado. La iglesia tiene una parte, la cabecera, que es mozárabe, del siglo X, y es muy valiosa. En ella destacan el doble arco y los nueve arcos ciegos que forman la cabecera, de planta ovalada, y que dan una gran amplitud al conjunto. En el exterior, como corresponde al mozárabe, es cuadrada. La pila de granito, de gran tamaño y de una pieza, es también del siglo X. La portada es del XII, románica, y el resto de la iglesia es posterior.

Las que ya no existen. Además de la ya citada iglesia de San Salvador de Palat del Rey, en la ciudad de León, cabe mencionar las ruinas de la ermita mozárabe de San Salvador, en Toral de Merayo. Fueron descubiertas en 2008, en una pequeña colina entre Toral de Merayo y Rimor. En ellas, los restos de un ábside con planta en forma de herradura indican que la ermita fue construida en el mismo estilo mozárabe que Santiago de Peñalba y Santo Tomás de las Ollas. Restos mozárabes se encuentran también en el cementerio de San Clemente de Valdueza, ubicado en lo que fue la iglesia primitiva. Pese a estar prácticamente enterrada, puede verse la parte posterior de una de las ventanas.
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