Por el motivo que fuera, Cohen se presentó en León el 31 de julio de 2009, una fecha metida con calzador entre su actuación en el gigantesco Pavilhao Atlántico de Lisboa y un concierto inolvidable en la Piazza de San Marco de Venecia. Seguramente no tenía la Plaza de Toros el glamour de esos dos lugares y lo cierto es que no llenó Cohen, en parte por lo elevado de los precios de las entradas, que no bajaron de los 50 euros.
Fue León la primera parada española del cantautor (solo había tocado un año antes en el FIB de Benicàssim), que tenía entonces 74 años y ofreció un concierto impecable, de casi tres horas armado únicamente con su inconfundible sombrero y haciendo temblar las almas con su voz irrepetible. Los clásicos fueron los más celebrados, pero con ese respeto que solo mitos como Cohen infunden. No era día para corear a viva voz con un cachi de cerveza en la mano, sino de ver, callar y abrir bien los oídos.
Los que allí estuvieron recordaron especialmente lo vivido el día que Cohen murió hace ya casi 6 años. El tren de las leyendas solo pasa una vez y en el caso de León, como con otras muchas cosas, eso es si llega a pasar.
