juzgar por la proliferación que observo de máquinas callejeras expendedoras de todo tipo de artículos, desde tiritas a bebidas isotónicas y de chorizos a condones (con perdón), deduzco que debe de ser un negocio rentable para su dueño, es obvio. Lo que no me parece tan obvio, en realidad no lo acabo de entender, es el beneficio que nos reporta a los usuarios (salvo caso de extrema necesidad, como que, a las tantas de la noche, te asalte una gusa tremenda de un bocadillo de chorizo... o de lo otro); salvo en esos casos extremos, sigo sin entender ni compartir el uso de estos artilugios.
Pero, al paso que vamos, me temo que dentro de muy poco estos sucedáneos de bares empezarán a ofrecernos otro tipo servicios; por ejemplo, al pasar por delante de ellos se activará un sensor y una voz incolora, inodora e insípida nos lanzará mensajes de esta guisa:
-Si quiere saber el pronóstico del tiempo, pulse asterisco.
-Si le apetece escuchar la crítica de la cartelera de cine, presione almohadilla.
-Si prefiere hablar de fútbol sin que le contradigan (el camarero automático le dará la razón en todo), marque 5-0.
-Si desea el teléfono de una cita sentimental, teclee 55, 69, 88..., según sus preferencias.
-Si suplica el perdón de sus pecados y ruega penitencia, apriete setenta veces 7.
-Si tiene alguna reclamación contra el ayuntamiento... vuelva usted mañana.
Aún así, no puedo ni comparar con las innumerables ventajas que nos aportan los bares reales y los camareros de toda la vida, por eso, cuando cruzo por delante de una de esas máquinas infernales, empiezo a canturrear para mí mismo: "Bares, qué lugares/ tan gratos para conversar/ no hay como el calor del amor en un bar./ Jefe, no se queje/ y ponga otra copita más./ No hay como el calor del amor en un bar."
Gabinete Caligari: "Al calor del amor en un bar", DRO/Tres cipreses (1986)
Su conversación, gracias
"¿Qué beneficio reportan a los usuarios las máquinas callejeras expendedoras?" se pregunta Agustín Berrueta
03/08/2019
Actualizado a
19/09/2019
Lo más leído