Vacunéme y parecióme poco

CONTRAPORTADA | Por Agustín Berrueta

Agustín Berrueta
16/07/2021
 Actualizado a 10/09/2021
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Por fin citaron a los de mi añada para una vacunación masiva. Por un lado, fue una alegría, porque parecía que estábamos en el limbo de los olvidados. Por otro lado, lo de «masiva», además de una «desageración» (que diría mi padre), me pareció un poco despectivo, como si fuéramos un rebaño de ovejas o dinosaurios al borde de la extinción.
   
Aunque no soy hipocondríaco ni paranoide, confieso que iba con cierta aprensión por culpa de las contradictorias informaciones sobre la eficacia y los efectos secundarios de una u otra vacuna y, encima, por la combinación experimental de dos de ellas como si fuéramos cobayas. La imagen del rebaño que se formaba en mi cabeza ya se parecía a la de los niños convertidos en burros de Pinocho, el más angustioso de todos los cuentos de brujas y monstruos de mi infancia.

Nada más alejado de la realidad: fuera del Palacio de Congresos (¡eso sí que son dos desageraciones!) la cola era corta y se movía a tal velocidad que parecía que regalasen billetes para un viaje del Imserso a Benidorm. Dentro, cinco carpas y una legión de auxiliares, médicas y enfermeras (lo eran el 99%), todas ellas eficaces y amables. Tanto que no pude menos de hacer una broma y pedir la vacuna Johnny Walker. «Lo siento» -me contestó al toque la médica- «de esa no nos queda porque son demasiadas dosis». Touché. Pasé dentro de la carpa y tardé más en descubrir el brazo que la enfermera en ponerme la inyección, de la que no me enteré ni del pinchazo, tuvo que decirme ella que podía ir a sentarme quince minutos como precaución.

Y ese fue el peor rato de toda la mañana. No porque me subiera la fiebre o viese burros volando, al contrario, me encontraba tan bien que me dediqué a mirar alrededor, a las personas de mi quinta que antes estaban en la cola conmigo y ahora ocupaban las sillas cercanas. Y entonces me acordé del comentario de un compañero de pupitre cuando le enseñé la foto de una reunión de antiguos alumnos: «¿Pero yo he estudiado con esos señores?».

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