Guardo en el cajón de arriba un ‘Patek-Philippe’ muy aparente que dejó de andar cuando llegué a casa un día que pasé por esa Plaza de las Tiendas, donde también, aunque menos que a pie de mi paisano Colón en Barcelona, también se tira algo de la manta cuando suena la voz de «agua», donde cargan ‘vuittones’ las guapas y donde, como ellas, tampoco aprendí yo la diferencia entre el precio y el valor.
Una vez me puse una bufanda del Atleti y casi acaba la cosa en tragedia, que «lo que no hacen las acenorias lo hacen las abellotas» (diría otro de los mis paisanos) y a veces el gintonic nos confunde. No, no soy ‘fumbolero’, pero quedó en casa una lumbre encendida por Manolo, que sí que lo era, que se ponía ‘Calleja’ cuando en la era reseca defendía el área no pintada ante los dos palos atados con una cuerda como larguero.
¿Qué es ser del Atleti? Hasta en un libro de Religión para lo de la ESO se sirvieron decirlo: «Saber ganar y saber perder. Saber apasionarte. Ser del Atleti es ser buena persona…». Sabina rasga el himno, “esa manera de sufrir”, y así quisiera sentirlo, junto a ti, que la peña esa debieron pensarla para tantos de los que, aunque siempre estemos en ‘orsay’ (o justo por eso), nos reconocemos ‘Sufridores sin Fronteras’.
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