que se escondía en la niebla,
hemos hablado con el silencio de la montaña
y hemos oído el limpio murmullo de las ramas.
Hoy lo pájaros oscuros no volaban,
no se reflejaba su sombra
en los arroyos claros de bruma líquida.
Sólo cabía la algarabía de la nada,
a la que nos abrazábamos
buscando LA POSIBILIDAD TANGIBLE DE LA ALEGRÍA.