con músicas mágicas
y con volutas de silencio,
que prendidas del aire
sostienen flotando,
como bruma de sueños permanentes,
la memoria que me hace día a día,
noche a noche.
Construyo lugares
para guardar los susurros
que, como roces de una pluma,
modulan el ínfimo horizonte
dónde guardar los desalientos
entre paredes de cartón,
tal que una caja de minerales.
Lugares de aire líquido construyo,
hilvanando miradas de algodón
que danzan sobre lo efímero
burlando la opacidad de la noche,
acercándome los años con total descaro:
los años viejos, con trajes de memoria,
los que no han llegado,
vestidos de sueños.