Tengo un sobrín australianu

CONTRAPORTADA | Por Agustín Berrueta

Agustín Berrueta
30/07/2021
 Actualizado a 10/09/2021
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En realidad, mi sobrino es asturianu, y parecía el más asentado de mis sobrinos hasta que convocó una reunión familiar y anunció: "Me cambio de trabajo, de ciudad, de país, de continente y de hemisferio". Lo dijo así, sin despeinarse, como quien se cambia de móvil.

El susto se lo llevaron sus padres, claro, pero supo tranquilizarlos: "No os preocupéis, de las diez especies más venenosas del mundo solo ocho viven en Australia". Y antes de que la sangre les volviera a regar el cerebro, los remató: "Eso sí, si te pica una araña tienes quince minutos para llegar a un hospital, ¡con la araña en un frasco!".

Años después allí sigue el mi sobrín, haciendo excursiones sin grandes problemas (salvo lo de las sanguijuelas, pero no vas a comparar unas humildes sanguijuelas con arañas venenosas, diga lo que diga Humphrey Bogart). A veces me entran ganas de hacerle una visita, por eso estoy atento a las noticias –pocas– que salen sobre Australia. Pocas, y casi siempre sobre bañistas atacados por tiburones, incendios que arrasan superficies como esta provincia o inundaciones que llenarían todos nuestros pantanos. Bueno, también te encuentras cosas tan chuscas como «Rescatan a una oveja salvaje con 35 kilos de lana», y una foto que parece Chewbacca recién levantado de la siesta. Para animarme, me compré el libro ‘En las antípodas’, de Bill Bryson, un tipo que te hace reír mientras te cuenta los mayores apuros que ha pasado. Fue una mala y una buena idea: me ha quitado las ganas de ir, pero me he reído mucho.

A propósito de Chewbacca, otro día hablaré del sobrino que tiene un zulo que parece El Halcón Milenario, o de la sobrina que se encontró al Dalai Lama por la calle o del que trabaja con Íker Jiménez y lo mismo persigue marcianos con antenas que virus con pintas. Ya se sabe: "Al que Dios no le da hijos, el diablo le da sobrinos".

De mis queridos hermanos y hermanas, padres y madres de tales criaturas, no puedo hablar: me arriesgo a que me encierren en un baúl o me tiren por las escaleras o me coloquen en el pretil del puente... otra vez. Son partidarios de la omertá, ¿capichi?

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