Hace muchos años, yo era un músico que tocaba por las fiestas de los pueblos. En un descanso de la orquesta entré en la taberna. Allí no celebraban la fiesta; era la taberna más muda que nunca he conocido, el silencio y la espera se cortaban.
Con el tiempo entendí que aquel silencio venía a ser como la matriz de todos los otros silencios que he oído en la ciudad.
Un Cantinflas. Está refugiado en la esquina de Caja España, en Ordoño, pegado al cajero, envuelto en una nube de humo, fumándose un farias. Y tiene pinta de manito, gafotas gruesas, bigotón y una enorme alegría (¿alcohólica?; puede que sí, pero muy real y legítima). Y un cartel delante: CON TODO RESPETO empieza diciendo.
La sabiduría de los navajos dice: escucha o tur propias voces te volverán sordo. Lo leí en el Taco. Por eso voy por la calle escuchando. De ejemplo, una ráfaga. Pues yo cuando el confinamiento...
Miedo en el portal. La mujer joven sale distraída de un portal, me ve a su derecha en la mesa del bar con mi caña, sin mascarilla, de pie. Y se arranca despavorida, buscando otra dirección para cruzar la acera.
Ráfaga. Una paisana. Y después va y no me sube el bizcocho...
Ildefonso Rodríguez
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