Sentimientos encontrados me acechan tras la reforma, por fin, de la ‘ley del sólo sí es sí’. Satisfacción por corregirse un error imperdonable y que nunca debería haberse cometido, pero también tristeza cuando uno piensa que hemos tenido que esperar ocho meses para dar la solución más lógica a un problema del que más de uno debería avergonzarse de por vida. Alegría porque tras esta reforma ningún violador podrá ver reducida su pena y rabia porque a pesar del daño irreparable que se ha hecho a muchas víctimas, nadie haya asumido responsabilidades. Esperanza porque los dos grandes partidos políticos de nuestro país han dejado a un lado sus diferencias ideológicas y se han unido para buscar una solución a un problema muy grave y desesperación al saber que esto es una excepción, cuando debería ser algo habitual.
Durante estos meses cada vez que escuchaba el aumento de la cifra de agresores sexuales que veían rebajada su pena me preguntaba cómo era posible que nuestra sociedad aceptara esta situación con cierta normalidad. Sigo creyendo que aún no somos conscientes de la gravedad de lo ocurrido y estoy seguro de que cuando dentro de años esto se estudie, la gente se quedará ojiplática y no será capaz de comprender cómo pudimos llegar a esta anomalía y el tiempo que necesitaron los políticos para solucionarla. Por suerte, ahí siempre estará la hemeroteca para dejar retratado a más de uno.
Las falsedades y los cambios de discursos de los que hemos sido testigos, ya no sólo deben avergonzar a los protagonistas, sino a la sociedad en su conjunto. Cada cierto tiempo se han ido conociendo informaciones que dejaban todavía más al aire ciertas vergüenzas de quienes pergeñaron y votaron a favor el texto inicial de la ley. Lo he dicho ya en varias ocasiones, no dudo de la buena voluntad de quienes la impulsaron, pero lo que es evidente es que el resultado final fue nefasto y en vez de aceptar el error, plegar velas y buscar una solución, optaron por la escapada hacia delante y culpar al resto de su ineptitud.
La última sorpresa nos la ha regalado la delegada del Gobierno Contra la Violencia de Género, Victoria Rosell, al reconocer que sí sabían que habría rebajas de penas con la aprobación de la ‘ley del sólo sí es sí’, fijándola en un porcentaje del 2%, que posteriormente ha quedado demostrado que se quedó muy corto. Un dato que deja como mentirosas a todas las personas del Ministerio de Igualdad que dijeron que no habría ninguna reducción de condena a los agresores sexuales tras la aprobación de dicha ley. Sin duda alguna, un lamentable epílogo a un hecho que nunca debió suceder, pero que desgraciadamente sucedió.
Fin a una espera lamentable
22/04/2023
Actualizado a
22/04/2023
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