El Premio Castilla y León de las Letras 2006 se reencuentra así con un personaje que ya presentó en 1977, en un artículo para la revista berciana ‘Aquiana’ titulado ‘La perspectiva del balsero’. Se trata de un escultor de escaleras de mano, siempre en un “equilibrio imposible entre la lógica y el disparate, siempre en busca de la perfección esquiva de un gesto definitivo”.
Según reconoce el autor en declaraciones a Ical, Jesús Expósito, su protagonista y un probable trasunto del propio escritor, es “un hombre muy mayor”, que utiliza como “una metáfora de cómo hay una generación larga que se encuentra ante el fin de una era, la analógica, que es un tiempo que ya ha terminado, y que ve cómo empieza la era virtual, que le deja absolutamente descolocado”.
“Es un personaje bastante extraño de por sí, porque es un expósito, un niño que han entregado a la puerta de una carpintería, de ahí su afán carpintero por hacer escaleras, aunque él en el fondo cree que ha nacido por generación espontánea, y que la forma más gloriosa de poner fin a su vida como artista es resucitando, algo que realmente es bastante complicado de conseguir. Al fin y al cabo intenta luchar contra el fin de esa era que se le ha ido y que él dominaba, haciendo sus escaleras y con sus vicisitudes normales, pero está en un momento en el que ni sabe cómo terminar la escalera maravillosa que ha empezado, ni cómo resucitar, porque tampoco se ha muerto todavía”, resume.
Compleja y divertida
Guerra Garrido señala que “quizá sea una novela compleja”, pero aclara que “si uno se mete en ella incluso puede resultar divertida”, ya que presenta “muchos dilemas que son un tanto inverosímiles pero que nos han pasado a todos de una u otra forma”. Su libro condensa las “paradojas” de “este tipo de vida y sobre todo de este tiempo fronterizo, donde se ha acabado lo analógico y ha llegado algo que la gente de cierta edad no llega a dominar”.
La novela habla de un tiempo que se ha ido, mientras está naciendo otro que no sabemos hacia dónde irá. No sé si sabremos defender muchas tradiciones El autor de ‘Castilla en canal’ señala que el contundente título de su nuevo trabajo alude al arrasamiento con las tradiciones y con los usos cotidianos que habían pervivido generación tras generación hasta la irrupción de la era digital. “La novela habla de un tiempo que se ha ido, mientras está naciendo otro que no sabemos hacia dónde irá. No sé si sabremos defender muchas tradiciones. La verdad es que hay grandes valores que vivías en la infancia y juventud y que ahora no entiendes; por ejemplo, cuando éramos jovencitos entre David y Goliat todos estábamos de parte de David, y ahora a la gente le gusta Goliat, gente con superpoderes y cosas así. Es un poco raro”, sentencia.
Cuestionado sobre por qué ha decidido ambientar la historia en torno al mundo del arte contemporáneo, señala que tiene amigos artistas y que le gusta mucho la pintura y la escultura, ámbitos que pueden verse como “un ejemplo de ese fin de ciclo donde se ha metido lo abstracto, que ha dejado paso a propuestas como las ‘performances’, donde verdaderamente ves que hay cosas muy interesantes pero en la mayoría de los casos se nos está yendo de las manos a veces”, algo que comparó con el Congreso de los Diputados, que “muchas veces se acerca a esto, a una especie de circo”.
Guerra Garrido asegura que escribir ‘Demolición’ ha sido “entretenido”, dentro de la realidad de que “una novela exige un esfuerzo quizá desmesurado para la recompensa que puede recibir, salvo la satisfacción propia de hacerla, que es lo que vale la pena”. “Todo lo demás es muy problemático y no se sabe siquiera si se va a producir”, señala en alusión a la publicación y cuanto llega detrás. “Tiene esa cosa agridulce del enorme esfuerzo que requiere pero al mismo tiempo con la novela puedes vivir varias vidas paralelas y sucesivas”, reflexiona antes de aludir a otro de los temas que abordar en este libro, las “derrotas bellas” a las que está condenado todo artista cuando se enfrenta al proceso creativo.