Identifican un gen que ayuda a frenar uno de los cánceres pediátricos más frecuentes

El estudio de CIC y CIBERONC permitirá diseñar fármacos para detener las funciones protumorales o activar las antitumorales ejercidas por el gen VAV1

Ical
14/11/2017
 Actualizado a 15/09/2019
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El Centro de Investigación Biomédica en Red de Cáncer (CIBERONC), a través del grupo liderado por el investigador del Centro de Investigación del Cáncer (CIC) de Salamanca, Xosé Bustelo, acaba de descubrir que el gen VAV1, implicado en la formación de una amplia gama de tumores, puede también frenar algunos de los tipos más frecuentes de cáncer pediátrico, como la leucemia linfoblástica aguda de linfocitos T.

El estudio explica que los linfocitos T son células del sistema inmune que tienen por función el reconocimiento y destrucción de células de nuestros órganos que se han convertido en cancerosas o que han sido infectadas por virus u otros patógenos, informó el Centro de Investigación del Cáncer (CIC) de Salamanca.

Pese a estas funciones positivas, los linfocitos T sufren en algunos casos alteraciones genéticas que los convierte en células malignas causantes de tumores como la leucemia linfoblástica aguda de linfocitos T. Este tumor, el más frecuente en niños en España, aunque también afecta a un número significativo de adultos, presenta importantes retos como son el tratamiento de pacientes que son resistentes a las terapias actuales.

Y es que un gran problema que existe en el tratamiento de este tipo de tumores, dados los múltiples cambios genéticos que una célula tumoral alberga, es la dificultad de identificar los genes alterados que actúan como acelerador y freno en la formación de tumores.

El gen VAV1


Sin embargo, el trabajo realizado por el CIBERONC y el CIC de Salamanca, publicado este martes en la revista Cancer Cell, identifica un gen que actúa como un freno clave en la formación de los genes tumorales en la leucemia linfoblástica aguda de linfocitos T. A través del uso de ratones modificados genéticamente, el estudio permitió identificar a VAV1 como uno de los genes supresores que evitan la formación de estos tumores y establecer el mecanismo molecular que media este efecto antitumoral.

Este mecanismo se basa en controlar los niveles de una proteína, denominada ICN1, que actúa como acelerador en la formación de estos tumores. Así, y según el doctor Bustelo, el trabajo demuestra que VAV1, "a través de la formación de un complejo multiproteico con la proteína CBL-B, come literalmente al acelerador ICN1 haciendo que éste desaparezca de las células tumorales, se pare el crecimiento de las mismas y, eventualmente, mueran".

El trabajo en el que participó el CIC también identifica la estrategia que las células tumorales desarrollan para eliminar este freno, el cual se basa en la generación de alteraciones genéticas que provocan la activación espuria de unas proteínas denominadas TLX. Éstas reprimen la expresión del gen VAV1 en las células tumorales mutadas y, como consecuencia, borran el freno que para la expansión incontrolada de las mismas.

“Pese a ello, hemos podido demostrar que si reactivamos VAV1, podemos volver a parar el crecimiento de estas células alteradas genéticamente e inducir su muerte de forma muy rápida. Esto sugiere que, a largo plazo, podría ser factible el diseño de fármacos que pudiesen reproducir el mismo efecto en pacientes”, concluyó Bustelo.

Una sorpresa que surgió en este trabajo fue el hecho mismo del descubrimiento de VAV1 como un gen implicado en la supresión tumoral. Ello se debe a que trabajos previos habían demostrado que este gen, y otros similares, favorecen el crecimiento y metástasis de diversos tipos tumorales.

Sin embargo, el trabajo que se publica en Cancer Cell también permitió descubrir que estas dos funciones antagónicas de VAV1 se ejecutan a través de procesos moleculares diferentes. Esto sugiere que se podrán diseñar terapias específicas en un futuro inmediato que permitan inactivar las funciones protumorales o recrear las funciones antitumorales de este gen dependiendo del tipo de alteración del mismo en pacientes.

Trabajo de seis años


El trabajo de CIBERONC y CIC, en el que también colaboraron el CSIC, la Universidad de Salamanca, el Institut del Mar d'Investigaciones Médiques de Barcelona y el hospital Sant Joan de Deu de Esplugues de Llobregat, se prolongó durante casi seis años y es "un buen ejemplo de cómo investigadores de distintos ámbitos pueden trabajar en común para abordar de forma efectiva un problema de relevancia biológica y clínica”, sentenció Bustelo.

La realización del trabajo fue posible gracias a financiación recibida desde el Ministerio de Economía y Competitividad, la Junta de Castilla y León, la Worldwide Cancer Research Foundation del Reino Unido, la Fundación Ramón Areces y la Asociación Española contra el Cáncer
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