Tiempos de trashumancia, de viejas fórmulas de subsistencia que se van adaptando a los nuevos tiempos, pero que mantienen sus códigos en las tierras que la practican o la conocen.
Hace unos días llegó a la montaña un rebaño de mil ovejas, en camiones y con algunos proyectos entre manos, como el de instalar GPS en los cuellos de una treintena de ejemplares para realizar estudios de movilidad y careo, para conocer mejor sus costumbres y aplicar lo encontrado en la mejora del oficio.
Pero, al margen de las investigaciones que se están realizando, hay otras faenasigual de necesarias, como es conducir los rebaños a los puertos de las Pintas, en Salamón, y Vioba, en Lois, donde van a pasar los meses de verano. Para colaborar en esta faena bajó desde Lois, donde vive, hasta Salamón, donde desembarcaron el rebaño, Mari Carmen, vecina de Lois, de familia ganadera. Y a los que acudían con las mil ovejas les llamó la atención la facilidad con la que la joven vecina del valle encauzó el rebaño. La genética pastoril de la tierra ayudó bastante.
Mari Carmen «entró en tratos» con el manso de la ruidosa cencerra, consciente de que es a él a quien va a seguir el rebaño, igual que es utilizado para embarcar y desembarcar, su pacífico carácter le ayuda mucho.
Y así fue cómo en pocos segundos el manso caminaba detrás de Mari Carmen y los rebaños comenzaron su lento y polvoriento caminar.
Una imagen que no pasó desapercibida a los grupos de investigaciónque la llevaron a sus blogs de notas y anotaron el titular de lo que acababan de vivir: «La bella y el manso».
Ylas viejas fórmulas para hacer lo que parece difícil, conducir un rebaño.
La bella y el manso
La trashumancia es una historia que, con matices y diferencias, se sigue repitiendo y en los códigos genéticos de quienes la conocen está la fórmula para, por ejemplo, conducir un rebaño de mil ovejas... como hizo Mari Carmen Díaz
28/06/2020
Actualizado a
28/06/2020
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