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La Ebau es injusta

17/06/2023
 Actualizado a 17/06/2023
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Unos habrán dormido a pierna suelta la noche de ayer y otros no habrán pegado ojo lamentándose no haber conseguido la nota necesaria para acceder a los estudios universitarios que anhelaban. La vida es así, mientras que a alguien le sonríe a otro le zarandea sin piedad. Los estudiantes que se han sometido a la tortura psicológica de la Ebau y que ayer conocieron su nota no iban a ser una excepción.

Habrá quien diga que exagero utilizando la palabra tortura, pero contra los recuerdos uno no puede luchar. Los días en los que me enfrenté a la selectividad, a mediados de los noventa, están en el pódium de ‘peores días de mi vida’. Dicho esto, también es honesto reconocer que, una vez pasado el trago, la verdad es que no fue para tanto. Pero por mucho que te digan y quieran tranquilizarte, hasta que tú no lo vivas en primera persona el susto en el cuerpo no te lo quita nadie. Lo que sí es demostrable empíricamente es que es injusta.

Esta misma semana en una visita que realicé, como decano del Colegio Profesional de Periodistas de Castilla y León, al instituto de la localidad vallisoletana de Mojados una alumna de cuarto de la ESO espetó a los allí presentes que la Ebau es injusta. Quise imaginar el motivo por el que compartía esa reflexión, pero para asegurarme le pregunté si era porque en unos pocos exámenes se jugaban parte de su futuro académico o su queja se basaba en que en algo tan importante, no todos los estudiantes de nuestro país participaban en igualdad de condiciones. Su respuesta fue tajante. No era justo que dependiendo en que comunidad autónoma vivas los exámenes sean más o menos difíciles y, por lo tanto, las notas finales en algunos territorios sean más altas que en otros.

Es desalentador e indignante que esa estudiante de Mojados esté en lo cierto. Es una vergüenza nacional que en un proceso que va a influir de manera directa en el futuro de los jóvenes, no se garantice desde el Estado que puedan participar en igualdad de condiciones. Se nos llena la boca para alarmar sobre ciertas discriminaciones, pero sobre ésta poco escucho hablar a nuestros políticos. Queremos concienciar a las nuevas generaciones de que todos tenemos los mismos derechos y obligaciones, pero esto es mentira y algunos de ellos son víctimas de esta injusticia. El Defensor del Pueblo podría elaborar un extenso informe sobre las desigualdades sonrojantes entre ciudadanos de un mismo país que provoca la transferencia de ciertas competencias por parte del Estado a las comunidades autónomas. Aunque claro, eso ahora no toca porque va contra la dictadura de lo políticamente correcto.
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