Y recurre Navia a esta explicación porque con estos referentes familiares —«le digo a mí hijo que él es la historia de la despoblación»— siempre es consciente del tiempo que llevamos conviviendo con el fenómeno de la despoblación. «Leyendo cosas para este trabajo he manejado artículos de Caro Baroja de los años sesenta que les borras la fecha y los puedes publicar hoy firmados por Julio Llamazares o gente así, pero claro, hacer caso a un sabio no parececostumbre de este país, de hecho Caro Baroja murió cuando Camarón y sonroja ver las páginas que se le dedicó a cada uno, con todos los respetos para Camarón, que me gusta y le escucho». Y en medio de ese silencio, de ese mirar para otro lado, de repente ha irrumpido en las conversaciones y los telediarios la despoblación, a raíz de un libro de Sergio del Molino que, apunta Navia, «tiene el gran mérito de acertar con la expresión que cala, con el titular de la España Vacía».
- ¿Te parece la expresión más apropiada?
- Ha hecho su trabajo, a mí me parece más justa, más ajustada a la realidad, la que utiliza Marc Badal en Vidas a la intemperie de laEspaña abandonada, pero creo que este titular no vende.


Y en ese no escuchar a las gentes está implícito el no conocer los motivos por los que los resistentes deciden quedarse en sus pueblos, que también cree Navia que se ha interpretado de manera errónea. «Se habla mucho del sentido práctico de las gentes del mundo rural y mi experiencia me dice que no es exactamente así; es más, creo que la gran mayoría se quedan con una postura absolutamente romántica, nada práctica; en la que deciden seguir allí por motivos como vivir en su casa o, estar enterrado junto a su hijo, que es una situación muy dura, la de perder a un hijo y que propicia que haya hombres y mujeres que quieren estar cerca del lugar donde está enterrado, algo que nos habla de esa faceta romántica de la que hablaba». Y va aún más allá al recordar otra conversación, Con Antonia Ferrer, de Luco de Bordón, en Teruel, que le dijo: Aquí, en el pueblo, es donde mejor estoy. Aquí todo me habla».
Si León tuvo mucho que ver en el origen de este viaje que es ‘Alma Tierra’, también esta provincia y la montaña palentina están muy presentes en el final, cerrando el círculo. «Me interesaba mucho recoger el fin de la minería, por lo que me acerqué a Laciana, en los primeros meses de 2019. Me pasó una cosa curiosa, había visto las fotos de mi colega Cecilia Orueta de los últimos mineros trabajando en La Escondida, en diciembre de 2018, del autobús que les llevaba, y tan solo unos días después hago unas fotos en los mismos lugares y el cuarto de las duchas parecía que llevaba 10 años abandonado, el autobús enterrado entre la nieve... me pareció tremendo el fin de la minería, hay que pensar que es la muerte del oficio».
- ¿Enterramos mal?
- Sí, muy mal. Eso mismo dice el ya citado Marc Badal, que si la muerte era inevitable deberíamos haberle hecho un entierro como Dios manda.
- ¿Qué crees que pierde la sociedad actual con la posible desaparición de buena parte del mundo rural?
- Muchas cosas, pero yo me quedaría con algunos valores que atesoran y que ya no valoramos. La austeridad, por ejemplo, ha caído en el desprestigio más absurdo, había sido un valor de la izquierda y se la dejó arrebatar, ahora ya está mal vista por todos. La solidaridad, ésa que siempre aparece en los momentos difíciles, en los medios duros y hostiles; y no es un asunto menor la autonomía, la capacidad de sobrevivir con lo que tienen cerca. Sólo un ejemplo, si se cae Internet no aguantarás a tus hijos que parece que no pueden hacer nada sin él, pero tu tampoco podrás trabajar, no estamos preparados para resistir... y aquellas sociedades sí».