«Nuestra madre, Eva González, siempre nos contó historias. Eran relatos muy diversos y de contenidos muy diferentes. Podían ser anécdotas de personas especialmente carismáticas de Palacios del Sil. A veces nos contaba leyendas llenas de misterio y de encanto, ambientadas en las brañas, en los montes y en los ríos palaciegos (...) A mí, de todas maneras, lo que más me gustaba era el conjunto de cuentos populares que se habían transmitido de generación en generación y que nos decían cómo habían sido las aventuras de osos y de tejones, de lobos y ovejas, de zorros y de rebecos. Estos cuentos populares llegaban al alma con una fuerza especial: frases mágicas, estampas llenas de simbolismo, modulaciones de voz en las que parecían encarnarse los animales salvajes y los domésticos. Xuan, el lobo, y Maruxa, la oveja, no dejaban de regalar el oído: si se había escuchado cien mil veces sus andanzas, la vez siguiente resultaban aún más agradables». Son palabras de Roberto González Quevedo recordando a su madre, Eva González, en el libro 'Leonesas y pioneras II' .
Y añadía: «Yo, como mis hermanos, nací rodeado de palabras e imágenes deslumbrantes, donde la naturaleza era la dueña y señora y a donde llegaba el rumor de la nieve, del viento y del incesante río Sil».
Pues aquella mujer que sembraba palabras e historias cumpliría en este 2018 cien años (falleció en 2007). Por ello, en su pueblo, Palacios del Sil, le rinden esta tarde un homenaje (a las 7 de la tarde , en el salón parroquial) en el que se representarán de manera teatralizada poesías de Eva González, se le entregará una placa a su hijo Roberto González Quevedo, y se representará la comedia ‘Caldo de berzas’, de Francisco J. González Banfi, a cargo del grupo El Cudoxu y 34 años después de la última vez que se puso en escena.
Eva González, la contadora de historias, dio con el tiempo un salto a escribirlas, en prosa o en verso y en su lengua vernácula siempre; como recordaba su hijo: «Había yo empezado a trabajar, había abandonado el nido de mis padres y nos unían las cartas. De pronto, dentro de esas cartas comenzaron a llegarme poemas en los que, siempre usando nuestra lengua vernácula, Eva describía costumbres, acontecimientos, historias, fantasías. De su memoria y de su maravillosa creatividad surgían mil poemas y cada uno era una vibrante cara del casi infinito poliedro de aquel mundo que desaparecía. También llegaron cuentos de extraordinaria plasticidad».
Y el hijo convenció a su madre de que estas historias no podían quedar en el olvido, solo en su ámbito familiar: «Sentimos ella y yo la necesidad de que nuestra gente, la gente, conociera aquella unión de lengua, tradición y forma de ser. Los versos pasaron a los libros y de allí a muchas casas, en las que aún se conservan con cariño aquellas publicaciones».
Libros que hoy volverán a ser protagonistas en el homenaje de su Centenario, historias que harán recordar a sus vecinos y familiares a aquella mujer extraordinaria, de la que nos quedan un gran legado, sus libros, «y en ellos se puede reconstruir todo aquel legado monumental de la cultura en trance de desaparecer».
La mujer que sembraba palabras e historias
Eva González, (Palacios del Sil, 1918-2007) cumpliría ahora 100 años. Este sábado le rinden un homenaje en su pueblo para reivindicar su enorme legado de historias y libros escritos en su lengua vernácula
18/08/2018
Actualizado a
16/09/2019
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