«La sociedad olvida considerar el arte como un trabajo profesional al que se le han dedicado muchos esfuerzos de formación, de inversión, de tiempo. Si a cualquier trabajo, por humilde que sea, se le pone un precio y se paga ¿por qué no ha de ser así también con el arte? . (Renata Ruffilli. escultora).
Con la semblanza de Renata Ruffilli (Milán, 1964), escultora asentada en tierras astorganas desde hace varias décadas, llegamos al final de esta primera etapa en la que estamos recorriendo los senderos artísticos que las mujeres trazan por toda la geografía leonesa, a través de muchas y variadas propuestas y de distintas disciplinas artísticas, creando un completo mapa que pone de manifiesto el potencial creador de quienes en estas tierras viven entregados al arte.
Es Renata una artista que se define a sí misma como ecléctica a todos los niveles, que trabaja con lo que tiene a pesar de su gran debilidad –quizá por aquello de su procedencia – por la piedra en general y el mármol en particular. Considera su inicio en las artes como muy temprano, relacionándolo con el descubrimiento de su mundo ya desde que nació, un mundo creativo al que llega a través de lo lúdico, del juego, de la experimentación con los materiales que como niña tenía a su alcance, entrando en dichos territorios (los artísticos) de una manera inocente e inconsciente que la ha acompañado siempre, tanteando las diferentes disciplinas desde una personalidad individual e inquieta que la ha mantenido lejos de una escuela concreta hasta acabar en la escultura como uno de sus más importantes medios de expresión, a través del cual consigue manifestarse más profundamente «dando forma de realidad palpable, de dimensión real a sus sentimientos y pensamientos». Llega a ella fundamentalmente por caminos propios y experimentales, tras estudios de gráfica publicitaria en Milán que le supusieron una importante base de conocimiento, convirtiéndola durante años en el motor de su vida, con una dedicación y entrega absolutas. Esta pasión la llevó tanto a Carrara como a lugares del mundo como Japón, Noruega, Cuba, Francia, Alemania, Croacia, Suiza o España, donde participó en diversos simposios internacionales de escultura. Y si en Carrara encontró ese lugar «donde confluyen a un tiempo pasado, presente y futuro, una forma de vida más natural que me enamoró y propició mi mundo creativo», que por más de una década se convirtió en su base creadora y de relación con el mundo del arte de la piedra; en Giacometti, Henri Moore, Brancusi y en los integrantes de la corriente del primitivismo surgida en torno al 1900, encontró puntos de afinidad, que se unirían a la gran pasión sentida por el arte griego del periodo arcaico.
Hoy, a caballo entre Milán y Astorga – lugar referencia al que siempre vuelve desde que hace varias décadas recaló en él para dar un curso de cantería y realizar diversos trabajos, para encontrar en el mismo retos más personales como un hijo que le daría una nueva dimensión a todo su mundo, tanto personal como creativo -, considera lo más duro del mundo artístico conseguir ese equilibrio entre la entrega total que exige a quien lo realiza y la necesidad de vivir en un mundo real que desgraciadamente no considera el precio de un arte que no aprecia, en una provincia que -desde su punto de vista- ni valora ni apoya a sus artistas en su justa medida, minusvalorando tanto su trabajo como su economía y acercándose a ellos a menudo solo como una forma de cumplir, sin más, el expediente en este apartado de la cultura.
En Astorga, en los últimos años, ha estado presente en varios proyectos artísticos protagonizados al completo por mujeres, con obras en la que muestra una continua experimentación de materiales y de técnicas. También han sido varias las exposiciones colectivas en las que a lo largo de los dos últimos años ha participado en Italia. Curiosamente en este momento compagina dos dedicadas al universo femenino basadas en sendas figuras del ámbito creador que considera muy interesantes, cada una en su ámbito. En tierras itálicas la dedicada a Frida Kahlo que, partiendo de Milán, recorrerá Italia y diversos países; en España la dedicada a Concha Espina, que también está recorriendo distintos puntos de la geografía leonesa para incursionar muy pronto en otras tierras. Sobre los proyectos en los que ahora mismo trabaja prefiere mantenernos la incógnita.
Guiada por la influencia de uno de sus maestros, cree «en la espiritualidad del arte, en la honestidad, la verdad y la belleza,… en la importancia de esta búsqueda a su través». Cree también en el mármol como el material que más la acerca a la naturaleza y al primitivismo que tanto admira, y así muchas de sus obras son realizadas en esta noble piedra que a menudo combina con otros materiales como vidrio, conchas y otros con los que busca siempre un singular diálogo entre concepto y forma.
La primitiva fuerza artística del mármol
Renata Ruffilli es una artista que se define a sí misma como ecléctica a todos los niveles, que trabaja con lo que tiene a pesar de su gran debilidad por la piedra en general y el mármol en particular
21/08/2018
Actualizado a
13/09/2019
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