El pasado miércoles empezó un nuevo acto de la obra teatral que podríamos titular ‘Destruyamos España, abracemos el comunismo’. Este nuevo acto comenzó con la ronda de consultas del Rey con los líderes políticos con representación parlamentaria, o eso debería haber sido.
Resulta que hay cuatro partidos que dicen no reconocer al Jefe del Estado y que decidieron no acudir a despachar con el Rey. Me refiero a distintas excrecencias políticas como el partido sedicioso ERC, al filo etarra Bildu, los radicales de la CUP y los independentistas del BNG gallego. Lo mejor de cada casa.
Sin duda, el Rey ha salido ganando no teniendo que ser amable con semejantes personajes, concediéndoles carta de naturaleza, cuando ellos se limitan a escupir odio en sus intervenciones, mostrando su firme intención de destruir España.
Más allá de que a Felipe VI le importe un comino que esta gentuza vaya o no a despachar con él, el caso es que el artículo 99.1 de la Constitución, deja meridianamente claro la obligatoriedad de que los partidos acudan a la convocatoria del Rey.
Imaginen por un momento que España fuese una república y que un partido de derechas y monárquico, se negase a cumplir con su obligación, no reconociese la legitimidad del presidente de la República y le diese plantón. Estarían los informativos echando fuego contra esos «fascistas».
En este caso concreto, dentro de nuestro sistema carcomido y con graves disfunciones, hay una responsable directa. En este caso es Meritxell Batet, la presidenta del Congreso, la que debería amonestar de una forma contundente a esos partidos que desobedecen a nuestra Constitución y desafían la figura del Jefe del Estado. Tal como debería haber amonestado a los diputados de estas formaciones cuando juraron sus cargos por Snoopy o por la libertad de la península de Crimea.
Todo esto forma parte de la hoja de ruta del discurso de izquierdas del que ya les hablé la semana pasada. Algunos quitan importancia a estas ausencias, tomando el desplante como una descortesía, pero no caigamos en la trampa. La figura del Rey tiene un papel muy importante en el funcionamiento de las estructuras y ‘comprando’ el discurso de que ir a despachar con el Jefe del Estado es una cosa menor y totalmente voluntaria, desnaturalizamos su figura, convirtiéndole en algo anacrónico, figurativo y nostálgico.
No hay que ser muy listo para deducir que, si cala el mensaje de la irrelevancia del Rey, desde los partidos y medios de comunicación de la izquierda, cada vez se hablará más de la necesidad de un referéndum para decidir si queremos para España una república o seguir con la monarquía parlamentaria actual.
En política, como en la vida, las formas son importantes.
Las formas son importantes
13/12/2019
Actualizado a
13/12/2019
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