El 29 de noviembre de 2018 abrió sus puertas Lulo Granel, un pequeño comercio a 100 metros de la Plaza de Guzmán el Bueno. Su dueña, Ángela, hizo sus maletas en Madrid y se plantó en León con una idea muy clara: crear una tienda donde poder comprar a granel, como se hacía en los mercados ‘de toda la vida’. «Vi que cada vez que venía a León a ver a mi familia no tenía ninguna opción para comprar a granel, algo que yo ya llevaba años haciendo en Madrid», cuenta Ángela. Con muchas ganas pero pocas expectativas de futuro, se hizo con una gran variedad de productos y los colocó en tarros de cristal: arroces, harinas, frutos secos, vino… y, confiando en el buen hacer de los leoneses por cuidar el medio ambiente, comenzó a vender como si nada, aumentando su clientela al paso de los meses.
Uno de los principales objetivos de la propietaria era concienciar a los leoneses de la importancia de reducir el consumo de plásticos y, al parecer, está funcionando. «Cada vez viene más gente y muchos de ellos se están animando a acudir con sus propios envases», explica optimista, aunque aún queda mucho camino por recorrer: «Yo creo que la gente quiere hacerlo, pero no sabe cómo por la poca variedad de la opciones que se ofrecen», afirma Ángela.
Uno de los principales objetivos de Lulo Graneles reducir el consumo de plásticos entre los leoneses
«Si no ponemos remedio pronto en 30 años habrá más plásticos que peces en los océanos», aseguran los expertos en medio ambiente de todo el planeta. El plástico es un material versátil, moderno y que vale ‘para casi todo’. Este ‘casi todo’ hace que esté presente en casi todos los objetos que nos rodean a diario, desde una camiseta hasta el boli con el que escribimos, la silla en la que nos sentamos o la bandeja sobre la que comemos. El planeta se ha convertido en un enorme contenedor que almacena cada día millones de toneladas de estos residuos, que en muchos casos son difíciles de reciclar y cuya sobreproducción impide que termine en las plantas de reciclaje correspondientes.
Envases ligeros, latas y bricks. Estos son los únicos residuos que deben depositarse en el contenedor amarillo. Los envases ligeros son las botellas y envases de plástico, que desde hace unos años se han intentado reducir en beneficio del medio ambiente pero que no hacen sino aumentar cada año en la ciudad de León.
«Las personas más concienciadas en la importancia de reducir los plásticos y residuos son aquellas con estabilidad económica y entre 35 y 45 años aproximadamente. Las personas mayores tienen sus manías y a los jóvenes les faltan recursos. A su vez, podría decir que casi un 90% de mis clientes son mujeres», cuenta aún asombrada la propietaria de Lulo Granel.
Las personas más concienciadas son aquellas con estabilidad económica y entre 35 y 45 años
Hace quince años, en el año 2004, se recogieron 444 toneladas de residuos del contenedor amarillo, cifra apenas notable si la comparamos con lo recogido el pasado 2018: 1.789 toneladas. Tras una crecida importante de estos residuos en el año 2009, y en aumento constante hasta el 2012, volvió a experimentar una caída en el 2013, con 1.393 toneladas recogidas. Desde ese año no ha hecho sino aumentar hasta alcanzar la impresionante cifra en 2018, que supone 14,3 kilos depositados por cada habitante, frente a los 3 kilos depositados hace quince años.
A su vez, ha pasado ya más de un año desde que se puso en marcha el Real Decreto sobre reducción del consumo de bolsas de plástico, con un objetivo de sensibilización a los consumidores. Hemos de recordar que en menos de dos años se prohibirán todas las bolsas de plástico en España excepto las compostables, es decir, aquellas fabricadas a partir de almidón de cereal.
«Vendo desde huevos hasta champú o cepillos de dientes de bambú, pasando por cereales y frutas deshidratadas», enumera Ángela. «Lo que más se vende son los frutos secos, las harinas y las legumbres», asegura. Todos estos productos reposan en grandes tarros de cristal transparente, conformando un entorno de colores y texturas agrupadas por categorías que resulta tan placentero a la vista como para el planeta Tierra. Allí no hay plásticos, tan solo una báscula y una pequeña torre de bolsitas de papel para que los más despistados que acuden sin envase puedan realizar la compra.
Vendo desde huevos hasta champú o cepillos de dientes de bambú, cereales y frutas deshidratadas
Cada día vemos activismo en redes sociales, carteles en las calles y hasta anuncios en la gran pantalla que buscan reducir y reciclar los residuos, concienciando a la gente de la importancia de unirse a este movimiento por el bien del planeta. Multitud de páginas webs difunden cada día sencillas medidas que podemos tomar todos los ciudadanos para evitar que estos restos y envases terminen en montones de basura que, sin lugar a donde ir, terminan contaminando nuestros mares y océanos, sirviendo de alimento para especies que acabarán en nuestro plato.
Hasta ahora, son pocos los que han dado un paso más, decididos a cambiar su estilo de vida en beneficio del planeta. Las bolsas de tela, botellas de acero inoxidable o las prendas de ropa sostenible o ‘slow fashion’ son solo algunas de las alternativas de moda para poner un granito de arena por el planeta en el que vivimos y al que tan poco agradecemos su labor. Todos sabemos que el plástico convencional no se biodegrada, que produce contaminación marina y causa la muerte a muchas especies, entre otras catástrofes, pero el cambio no se ve en el contenedor amarillo, que no hace sino aumentar sus residuos en un planeta repleto de basura hasta los topes. ¿A qué esperas para realizar el cambio? Tus decisiones importan, y mucho.
León se apunta a la guerra al plástico
El pasado año se recogieron en la provincia 1.789 toneladas de envases del contenedor amarillo, un 8% más que en el 2017 y casi un 80% más que hace 15 años
08/09/2019
Actualizado a
19/09/2019
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