El día 5 de agosto de 1904, dos personajes de muy distinta condición, uno de ellos marqués, nacido en Asturias, y entroncado con el mundo de la cultura, la política y la realeza, Pedro Pidal y Bernaldo de Quirós, y el otro un pastor y cazador nacido y habitante de Caín, un minúsculo pueblo leonés engarzado en el corazón de los Picos de Europa entre el Cornión y los Urrieles, conjuntaban sus fuerzas para, en perfecta simbiosis, obrar el milagro: alcanzar la cima virgen del Picu Urriellu o Naranjo de Bulnes.
Con motivo del 120 aniversario de esta importante efemérides que significó el inicio de la Historia del Montañismo de dificultad y la escalada en España, y que estuvo adelantado varias décadas a su desarrollo, el Consorcio Interautonómico del Parque Nacional de los Picos de Europa, en colaboración con los Ayuntamientos de Cabrales y de Posada de Valdeón y las Federaciones de Deportes de Montaña, Escalada y Senderismo del Principado de Asturias y de Castilla y León, organizó dos actividades recordando a los protagonistas de esta proeza deportiva.
Así, el día 6 de agosto, en la Casa Bárcena de Carreña de Cabrales, tuvo lugar, la primera de ellas para resaltar la importancia de esta ascensión.
Se proyectaron un par de documentales del Parque Nacional de los Picos de Europa y uno sobre el Picu Urriellu o Naranjo de Bulnes a cargo de Isidoro Rodríguez Cubillas. También se dio lectura al relato que en su momento hiciera Pedro Pidal de la primera ascensión a este montaña a cargo del alcalde de Cabrales, de Tensi Carmona, Presidenta de la Federación de Deportes de Montaña, Escalada y Senderismo del Principado de Asturias, y de Alejandro Pidal, descendiente de Pedro Pidal.
Asistieron al acto la vicepresidenta de la Federación de Deportes de Montaña, Escalada y Senderismo de Castilla y León Ana Isabel M. de Paz, Juan Antonio Ruiz representante como vocal de refugios de la Federación Cántabra de Montañismo, un nutrido número de descendientes de la familia Pidal, y un buen número de personas.
Al finalizar se hizo entrega a todos los presente de un libro-folleto en el que se recogen los escritos de Pedro Pidal y de Gregorio Pérez Demaría, el Cainejo, así como sus biografías, además del escrito facsímil de la Ley de Parques Nacionales publicada en 1916.
Al día siguiente, 7 de agosto, se repitió el acto en el magnífico Centro de Visitantes del Parque Nacional en Posada de Valdeón, donde su alcalde, Felipe Campo dio la bienvenida a los participantes en el mismo así como a los asistentes, interviniendo nuevamente a continuación Rodrígo Suárez, Manuel Fabio Flechoso, co-Director del Parque Castilla y León, y Jesús Celada, co-director en Cantabria.
Esta vez se leyó a tres el relato que escribió el Cainejo de la escalada al Naranjo de Bulnes por parte de Ana Isabel M de Paz, Julio Martínez, guarda del Parque Nacional de los Picos de Europa y nieto de Víctor Martínez, autor de la tercera ascensión al Naranjo, y del co-director Manuel Fabio Flechoso.
Se proyecto uno de los audiovisuales sobre el Parque Nacional de Los Picos de Europa de la jornada anterior, e Isidoro Rodríguez comentó su corto audiovisual sobre el Naranjo de Bulnes, en el que recordó con más énfasis a muchos de los habitantes de Valdeón que en tiempos ya pasados subieron al difícil coloso del Urriellu. También se distribuyó el folleto impreso por el Consorcio Interautonómico de los Picos de Europa editado este año en Oviedo.
Se recordó que Pedro Pidal fue el que, desde su posición en el Congreso de los Diputados, defendió acaloradamente la Ley de Parques Nacionales de 1916, que condujo a la declaración del primer Parque Nacional en España, el de la Montaña de Covadonga, ampliado posteriormente muchos años después, y que ha pasado a llamarse Parque Nacional de los Picos de Europa.
Los Picos de Europa, ese conjunto impresionante de jous y montañas, de canales y bosques, configuran un entorno muy delicado que hay que proteger, para legar a nuestros hijos, y a los hijos de nuestros hijos en mundo como el que pudieron experimentar Pedro Pidal y Gregorio Pérez hace ya 120 años.
«El mayor enemigo para la Naturaleza, y para la Humanidad, es el propio ser humano, pero no debemos olvidar que el hombre es nuestra única esperanza».