El abismo te devuelve la mirada

Pedro Ludena comenta la película de Danny y Michael Philippou, 'Háblame'

18/08/2023
 Actualizado a 18/08/2023
Sophie Wilde en una impactante imagen de la cinta de terror ‘Háblame’. | L.N.C.
Sophie Wilde en una impactante imagen de la cinta de terror ‘Háblame’. | L.N.C.

¿Alguna vez has querido pasártelo tan bien en una fiesta que al final acabas pasándolo mal? Es algo que a la mayoría nos ha pasado por una razón u otra, quizás por unas copas de más, una experiencia nueva en un mal momento, por sustancias que no debiste probar o, en el caso de los protagonistas de ‘Háblame’, por jugar a contactar con los muertos.

Todos hemos tenido ese amigo que coqueteaba con la idea de hacer una ouija algún día, generalmente el inconsciente del grupo, sosteniendo firmemente que no son más que patrañas o que, de no serlo, mal no te podría hacer; lo que estaba asegurado era el chute de adrenalina de dar un paso hacia lo desconocido, aunque sea en falso. Es de esperar que cualquiera con dos dedos de frente rechazara semejante oferta, aunque hay gente para todo, argumentando que ni siquiera querría comprobar la veracidad de todo el asunto, porque los riesgos, por remotos que se antojen, no dejan de ser terribles. Sin embargo, mientras que la inmensa mayoría de los jóvenes ni se acercan a la fantasía espiritista, es esa misma juventud la que se atreve a consumir todo tipo de sustancias que les proporcionan dicha inyección de endorfinas, en variable intensidad y de dudoso efecto, con la única garantía de que las consecuencias de estas son tan ciertas como perjudiciales. No hay nada de imaginario en una adicción, o en una sobredosis, pero a la gente le aterrorizan más los fantasmas

De esta disonancia se han querido hacer eco los hermanos Philippou en su debut cinematográfico: ‘Háblame’, donde un grupo de jóvenes australianos comienza a seguir una nueva y peligrosa moda en sus fiestas: estrechar una mano de cerámica que permite a los muertos tomar posesión de su cuerpo mortal por unos segundos, durante los cuales se disfruta de un subidón adictivo y, a primera vista, indoloro. Pero, como irán descubriendo a lo largo de la trama, cuando miras al abismo el tiempo suficiente, es posible que este te devuelva la mirada. 

La experiencia previa de Danny y Michael Philippou en la gran pantalla se limitaba a una pequeña participación como equipo de rodaje en otra reputada cinta de terror psicológico, ‘El Babadook’. No obstante, los hermanos comenzaron desde muy jóvenes su andanza en el mundo de la dirección gracias a Youtube, donde se hicieron un nombre cuando el servicio estaba dando aún sus primeros pasos. Su canal, ‘RackaRacka’, se popularizó por cortometrajes que encapsulaban una acción sin precedentes en la plataforma, con efectos especiales y prácticos muy por encima de lo que cabría esperar de un grupo de chavales con una cámara, salteada con una comedia de golpes que les generaron decenas de millones de visitas, en cada vídeo, y una cifra de más de 6 millones de suscriptores. En base a su trayectoria, uno podría esperar que su opera prima continuara con la fórmula que tan bien les había funcionado en internet, pero nada más lejos. ‘Háblame’ es una historia pausada, que se toma su debido tiempo para construir una tensión que, para cuando se resuelve en un susto, aunque no sobresalte tanto como otras películas actuales, que solo buscan el susto repentino (‘jump scare’) , uno ya lleva un rato con los ojos tapados y el pulso en las orejas. 

Bajo esa mascarada ocultista y sobrenatural, el argumento habla de los terrores reales que sufre la juventud de hoy en día, cuyos fantasmas no se disfrazan con sábanas blancas sino de ansiedad, rechazo social, depresión y traumas. No voy a vender la moto de que ahora todos estamos deprimidos, que somos la generación de cristal y toda esa cantinela porque no me corresponde, pero los números de suicidios entre jóvenes van a la alza y hablan por sí solos. Una generación que está más expuesta que nunca a los estímulos infinitos de internet, al rechazo por unos conductas sociales salvajes, a la posibilidad de compartir su opinión y recibir la de otros sin filtro alguno por medio de las redes sociales y que no ha sido debidamente educada a gestionar sus emociones en este nuevo mundo, por un sistema que está en un semejante período de adaptación, está condenada a perderse en su oscuridad. Encajar nunca ha sido tan apremiante como hasta ahora, donde no solo te conocen, y critican, tus amigos o círculo, sino todo aquel que sepa tu Instagram. Viendo la película, me llamó la atención un tema musical recurrente, que suena de fondo un par de veces mientras los chavales se colocan contactando con los muertos, el cual incluso llega a cantar uno de estos a través de la protagonista en francés al poseerla. Teniendo en cuenta mi escaso conocimiento sobre la obra de Édith Piaf, casi tan escaso como mi francés, no pude reconocer que se trataba de su tema ‘La Foule’, que en español se traduce como ‘la multitud’, canción que comienza relatando como el gentío consigue que la cantante encuentre compañía, pero termina robándosela y ahogando sus gritos entre sus risas. Un hilo musical entre tantos que acompañan a muchas de las puntadas de genialidad de estos novatos y prometedores directores. 

‘Háblame’ no es una película revolucionaria y le queda un buen trecho para ser tan buena como muchos la pintan, su segunda mitad decae con respecto a la frescura y la tensión de la primera; a pesar de plantear cuestiones aterradoras, no tiene tiempo de explorarlas a fondo y de manera satisfactoria, dejando muchos cabos sueltos y potencial desaprovechado; y los más adictos a los sustos echarán en falta más de estos. Pero con una dirección acertada, unas actuaciones sorprendentemente convincentes, destacando la de su actriz principal, Sophie Wilde, una trama más seria y profunda a las que tan malacostumbrados nos tienen las cintas de terror palomiteras y un objeto tan icónico como es la mano en torno a la que gira la historia, ‘Háblame’ se colocará como una de las películas de miedo más recordadas de este 2023. Una obra que le habla directamente a una juventud desorientada, que necesita que le echen una mano. 

 

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