Magdalena España comenzó como diseñadora free lance y sus creaciones fueron exhibidas en París, donde recaló en los estudios de Pertegaz para llevar al papel las ideas de este conocido diseñador, quien hizo además de ella el modelo para sus creaciones trabajando durante varios años como maniquí de alta costura. Su siguiente paso fue actuar para anuncios y trabajó más tarde como actriz en el teatro, compaginando ambas actividades.
Al final se dio cuenta que lo que más le gustaba era pintar y por ello abandonó las otras tareas para dedicarse de lleno a la pintura. Para plasmar su visión de la realidad eligió la acuarela, una técnica difícil, pero muy versátil y adecuada a sus intereses y deseos, y fue perfeccionando su técnica y su estilo para llegar a las nuevas obras que se pueden contemplar en la galería Alemi.
Su trabajo actual continúa en la línea del que presentó en 2019 y como en aquella ocasión, se centra en la figura de la mujer, a veces con trajes espectaculares y en fiestas mundanas, con excelente vestuario, aunque sea casual, y con coloristas elementos accesorios como flores u otros elementos del ambiente, las lámparas del techo o las palmeras al aire libre.
Hay otras obras que destacan por su sencillez, como el desnudo, la escena de la playa o en el césped, que las alejan de todas las vestimentas llamativas del resto de cuadros.
No solamente fija sus ojos en escenas con mujeres, sino que se introduce en el paisaje urbano alejado de las grandes concentraciones, en calles solitarias y con pocos vehículos, donde se puede deducir la estación del año de la obra en la vegetación que se encuentra a los lados de la calle. Tiene además una pieza vertical de la gran ciudad con sus edificios, sus semáforos y su tráfico, con una mujer en primer plano destacando en ese bullicio. Es una imagen en formato vertical un formato que gusta mucho a la autora, tanto en las obras en las que las protagonistas son mujeres, como en otras, no así en los paisajes en las que en un puente veneciano utiliza el formato horizontal, mientras en que en la puesta de sol usa otro formato más cuadrado, como en gran parte de su obra.
El paso del tiempo ha hecho que el trazo se atenúe y sus obras resultan por ello más sencillas y maduras denotando una suavidad y ligereza que acentúa la vaporosidad de los trajes y en los paisajes la bruma, el sol de poniente extendiendo sus rayos por las nubes y las montañas reflejados en el agua.
Sus mujeres, en muchas ocasiones de perfil o de espalda, no suelen tener un rostro definido, similar a las ilustraciones de los diseños de las revistas de moda parisinas del siglo pasado, y en ellos se ve la procedencia de algunas de sus creaciones.
La utilización de la acuarela integra los vivos colores, tanto de los trajes como de las flores, junto con tonos suaves que en los paisajes se encuentran más diluidos sin grandes contrastes, pero que muestran los elementos sin demasiado detalle con un carácter impresionista que sugiere al espectador lo que la artista quiere mostrar.
Unos cuadros para ver detenidamente en la galería Alemi de la Plaza de San Marcelo 11 hasta el día 29 de octubre.