Hace unos años le pregunté a mi ‘asesor’ para asuntos de boxeo por un leonés para las entrevistas semanales y no dudó: «Pecho». Era Pecholobo, pero los amigos le llamaban solo Pecho, tal vez conscientes de la humildad de este personaje llamado realmente José Luis Fernández, que acaba de fallecer con 81 años.
Los prejuicios no son buenos consejeros y cuando fuimos a ver a José Luis pensábamos en otro personaje diferente al que encontramos: boxeador, Pecholobo... Nos sorprendió un tipo muy educado, humilde, marcado por lo que luego contaré.
- ¿Fuiste bueno?
- Pregunta a los que sepan; ¿qué te voy a decir yo?
- Pues vamos a los números, ¿qué ganaste?
- Pues, por ejemplo, ocho campeonatos de España, cuatro de amateur y cuatro senior.
- ¿Desde León?
- Desde aquel León, que no es el actual. Crecí en el barrio que decimos de Corea, después entrenábamos en una fábrica de astillas y nos lavábamos en una pila de agua fría que había allí, luchábamos en el Club Radio... hasta que me vio gente de Madrid y me llevaron para allí, era otro mundo.
Hizo más de 250 combates, buenos gimnasios, rivales de nivel, como Toni Ortiz, que era Campeón de Europa... en fin, estoy satisfecho de mi carrera.
Y jamás de olvidó de sus amigos de siempre, de Yoni, Casas y aquellos boxeadores de su época, aunque para él la familia era lo primero... Hasta que un día se le atravesó la vida, un hijo se mató en un accidente de moto y la sonrisa de Pecholobo se apagó. Se fueron a la Cepeda, al pueblo de su mujer, Riofrío...
A buen seguro que el consuelo en sus últimos momentos era pensar que podría reunirse con él. Y se fue, en silencio, como vivió tantos años, arropado por los suyos, admirado por muchos más.