"Al subir al escenario sus ojos están llenos de lágrimas"

Amelia Valcarcel, una de las pensadoras más importantes del último siglo, visitó el viernes el Instituto Juan del Enzina, del que había sido primero alumna y después profesora, las emociones la embargaron hasta las lágrimas

Fulgencio Fernández
08/05/2023
 Actualizado a 08/05/2023
Amelia Valcarcel siguió emocionada las representaciones que los alumnos ‘del Juan’ realizaron en base a algunos textos suyos. | PATRY FLORANES
Amelia Valcarcel siguió emocionada las representaciones que los alumnos ‘del Juan’ realizaron en base a algunos textos suyos. | PATRY FLORANES
No son pocas las ocasiones que en diversos espacios de la ciudad o la provincia ocurren hechos que pasan desapercibidos pese a ser realmente extraordinarios. Muchas veces por desarrollarse en el ámbito de lo privado o semiprivado para la ciudadanía, como puede ser un centro escolar.

Y merecían, deberían, ser conocidos. Pues ‘no es asunto menor’ que regrese a la ciudad una figura de la importancia de Amelia Valcarcel, sin duda una de las figuras más destacadas del pensamiento y de la vida pública española en las últimas décadas del siglo XX y en las primeras del siglo XXI, que, además, regresa al instituto (Juan del Enzina) del que primero fue alumna y después profesora y que recordó con tal emoción que no pudo evitar que le saltaran las lágrimas en diversos momentos de la visita, especialmente cuando tuvo que subir al escenario para dirigirse a los alumnos, profesores y representantes públicos que acudieron al acto (Subdelegado del Gobierno, el Director Provincial de Educación y la Concejala de Acción y Promoción Cultural del Ayuntamiento ) o al recibir el retrato que realizó para la ocasión la pintora y antigua profesora del centro, Encarna Campesino, que quedará expuesto en el instituto.

De la mano del escritor y profesor de literatura del Juan del Enzina, Juan Miguel Alonso Vega, ‘recuperamos’ las sensaciones y emociones de una jornada importante en la vida del centro, al celebrar la elección de Valcarcel como personaje leonés del año, quelleva concediéndose en elcentrodesde hace dos décadas.

Cuando sube al escenario, sus ojos estánllenos de lágrimas, como si laniña Amelia se hubierahechopresente en la mujer madura, racional, intelectual Le cuesta recomponerse  Así lo recuerda el autor de ‘El secreto de Lettsworth’: «Llega sobre las 11: 30directamente desde Oviedo,acompañada de su marido. Viste pantalón y blusa de unblanco absoluto. A pesar de sus73años, irradia unavitalidad que se manifiesta en unosojos llenos devida,curiosos e interesados por todo, y una ironía fina como unescalpelo».No se le escapa la presencia a su lado de su marido, pese a que éste elige voluntariamente ‘la sombra’: «La acompaña su marido, Lluis Xabel Álvarez Fernández, tambiénfilósofoyprofesor de la Universidad de Oviedo. Todo unpersonaje. Hay una complicidad evidente entreellos y unhumor como forma de entender la vida. él trata de ocupar unsegundoplano,aceptando que la ‘reina’de la fiesta es ella».

Pese al intenso programa de actividades previsto y la premura de tiempo Valcarcel pide poder recorrer los pasillos y las aulas del que fue su instituto, para recordar sus tiempos de alumna y profesora. Alonso Vega fue uno de los que la acompañó y rememora cómo «a cadapaso la asaltanrecuerdos yvivencias de su estancia en elcentro, y emociones quese asientan en la memoria de compañeras , profesores y amigos con los que compartió muchos de aquellos días. Pregunta y se interesavivamente por los cambios en el edificio, por laeducación que se imparte hoy,por eldestino de aquellasamigas imborrables de hace más de50años».

Como buena asturleonesa la gastronomía compartida tiene que estar presente en la jornada, en los recuerdos, en la forma de vida de esta mujer que Juani Alonso describe como ‘disfrutona’: «Antes de bajar alSalón de Actos, comparte con los profesores unchocolate conchurros en nuestra sala. Le encantan: Es una disfrutona. Lo vamos a corroborar más tarde en la comida». Pero llega el momento del encuentro con los alumnos que abarrotan el salón de actos: «La recibe una ovaciónatronadoradesde el patio de butacas. Por primeravez , laemoción y las lágrimasse apuntanen susojos. Tomaasiento en primerafilaallado del magníficoretrato que leha hecho la pintora Encarna Campesino, antigua profesora delcentro», cerca están los profesores y autoridades.

No rehúye ningún tema. Es clara ycoherente en sus planteamientos,huye deldogmatismo. Lamenta las divisiones dentro del movimiento feminista, ahí sangra una heridaque es evidenteEl director, Luis J.Hernández, hace una breve presentación de la homenajeaday , a continuación,durante casidoshoras, se suceden actuacionesmusicales, teatro, diálogos filosóficos, luzpalabra , agradecimiento, con unejecentral :el pensamiento de la filósofay la reivindicación de la mujer, de las mujeres, relegadas , olvidadas , a lo largo de la historia , también de la filosofía. Al final del acto,se proyecta un pequeñovídeo que la antigua profesora de latínMari Manoja yamigamuycercana de nuestra Ameliahamandadodesde Málagadondereside, Más recuerdos , emociones yreconocimiento a quien ya lecuesta contener tantas emociones.

Hasta el momento más cargado de emotividad. Dice Alonso Vega: «Cuando le toca subir al escenario, sus ojos estánllenos de lágrimas, como si laniña Amelia se hubierahechopresente en la mujer madura, racional, intelectual. Le cuesta recomponerse ycuando lohaceagradece vivamente elhomenaje, Es ‘uno de los días más felices de mivida’ reconoce ydeja que sumemoria desgrane algunos nombresde profesores , Leoncio, Pilar, Mari Manoja, Pérez,que marcaronsu formaciónintelectual en el instituto y sus primeros pasosen ladocencia. Antes, en la entrevistaque les hacenlos alumnos , ha reconocido que enplena dictadura, el Instituto era ‘un oasis democrático’. Agradece alcentroeste acto y pide a los estudiantes que busquenconpasión el conocimientopara construirunyomejor , ytambién una sociedad más justa y más rica. Le cuesta mantener lacompostura y rompedefinitivamente a llorar. El público selevanta y aplaudea rabiar. Ella se esconde apenasdetrás delramo que le han puesto entre las manos ysaluda,casi uno a uno,a todos los alumnos yprofesores que han intervenido en el Homenaje. Un trabajo de chinos, meses de trabajo, de horasyhoras, en el que han tenidoun papel esencial dos profesores delcentro: CarlosCabezas, jefe del departamento de filosofía Y Mario Paz, catedrático de Lengua y Literatura».

En la comida con profesores, ya liberada la tensión, «aparece la mujer tierna, ingeniosa, de una memoria prodigiosa, de una humildad ygenerosidad quesueleadornar a los grandes. Disfruta delvino, de la comida, de la conversación. Hay tiempo para elrecuerdo y también para las polémicas cercanas. No rehúye ningún tema. Es clara ycoherente en sus planteamientos,huye deldogmatismo . Lamenta las divisiones y enfrentamientosdentro del movimiento feminista, ahí sangra una heridaque es evidente».

Y concluye el escritor Alonso Vega que cuando después de la intensa jornada vivida «coja el taxi que la devolverá a sucasa, por la ventanilla se puede ver la niña Amelia que sigue tocadapor una jornada llena de mociones, con la nostalgia fluyendopor sus venas como unveneno dulce».
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