La voz de Peib, las respectivas guitarras de Álex y su tocayo, la batería de Miles y el bajo de Sam. Poco más se necesita para sonar como lo hace Free City, banda vallisoletana nacida hace una década y que debe su nombre a una época «en la que Valladolid tenía un gobierno que era bastante sombrío». Así lo explica uno de los guitarristas, que dilucida en el bautizo de la banda una especie de «canto a la libertad». «Queríamos luchar contra los esteriotipos de nuestra ciudad y es un poco lo que seguimos haciendo», explica.
Su último disco, ‘Ingravidez’, ha sido publicado este año. Es el sexto trabajo de la formación y tiene como rasgo característico una amalgama de sonidos propios de diferentes géneros. Algo que les libera en parte de la etiqueta de sonido ‘punk-rock’ que desde su creación llevaban calzando. «La respuesta más típica es que hemos madurado, pero yo simplemente lo veo algo inevitable», asegura el guitarrista: «Hemos ido cambiando de influencias y eso ha ido dando forma a nuestra música». Aun así, el músico identifica un poso común en las melodías de su trayectoria. «Hay muchísima gente que cuando ha escuchado unas notas ya está diciendo ‘esto es Free City’», expresa: «Tiene que haber algo parecido en todas nuestras canciones si la gente las reconoce tan rápido». Y, sobre sus letras, muestra una visión particular: «Hemos pecado de ser demasiado intensos siempre para bien y para mal, se nos da muy mal hablar de cosas cotidianas».
Su discografía se completa con ‘El aullido del silencio’ (2014), ‘Realidad invisible’ (2015), ‘Atemporal’ (2016), ‘Duelo’ (2018) y ‘Visiones’ (2020). Cinco álbumes no demasiado espaciados en el tiempo que desentonan en cierta medida con los cuatro años de receso antes de su última publicación. Álex lo atribuye a la pandemia. «’Visiones’ salió la misma semana que empezó el estado de alarma», relata: «Estuvimos casi dos años sin tocar y después tuvimos que hacer todos los conciertos que no habíamos hecho y no tenía mucho sentido sacar otro disco». La ralentización también se debe a una especie de búsqueda de la calma. «Cuanto más mayores nos hacemos, igual nos entran menos las prisas y tenemos menos urgencia por ir sacando cosas», analiza el músico, que no ve cercana la posibilidad de dedicarse exclusivamente a la guitarra: «Soy muy realista, sé el tipo de música que hago en el momento de la historia en el que la estoy haciendo y soy consciente de que es una cosa que posiblemente no llegue nunca, pero si llega y lo conseguimos, pues bien recibido será». Y no tarda en resumir la idea en una sola oración: «No cuento con ser una estrella multimillonaria, me vale con ser un obrero del rock».
Free City ha trabajado con grupos de la talla de Celtas Cortos, Santa Salur y Desakato. Sobre sus proyectos futuros, el guitarrista es preciso: «Tocar este disco en directo, terminar la gira de salas que tenemos este año y, luego, el año que viene ya tenemos fecha confirmada en el Viña Rock y así seguiremos hasta que nos cansemos o hasta que la gente se canse». De momento, su próxima parada es de la mano de Ezpalak y Kamikazes. Las tres bandas acuden este sábado, desde las 20:00 horas, al Espacio Vías de la capital provincial, convirtiendo al enclave y a su público en testigo directo de un sonido que retumba al ritmo de una variada gama de géneros musicales.