Docente, periodista, escritor, gestor cultural y profundo conocedor de la realidad leonesa en todas sus vertientes, Alfonso García acaba de publicar a través de la editorial Eolas ‘León, tierra de leyendas’, que puede considerarse una versión corregida y aumentada de la publicación aparecida en 2005 con el título ‘Pasado mítico de una tierra. Leyendas de León’. «Digamos que ha aumentado más del doble. Si en aquel caso eran trece las leyendas que se proponían, en este caso son veintisiete. Por tanto podemos decir que es una edición corregida y sobre todo aumentada», señala este leonés de Santa Lucía de Gordón, que justifica esta nueva publicación en la sugerencia que le hizo el editor de Eolas, Héctor Escobar, de ampliar el libro de 2005 con la incorporación de nuevas leyendas. «En el fondo de lo que se trataba en el caso de ‘León, tierra de leyendas’ era de incorporar nuevos descubrimientos, nuevas leyendas, nuevos asuntos que en este sentido pudiesen servir a la causa que pretendíamos con la publicación, y sobre todo porque hay un hecho muy claro, que se manifiesta de una manera evidente en León, y es que la leyenda no es un hecho del pasado sino un hecho del presente, algo que se está haciendo en vivo», destaca García, que cita dos ejemplos que no se han incorporado en este libro pero que seguro lo harán en próximas ediciones, como es todo el factor legendario que ha ido creciendo en torno a LaNegrilla, la escultura de Amancio González, y al monumento de las manos, de Juan Carlos Uriarte, que está enfrente de la Catedral, dos conjuntos escultóricos que están generando permanentemente una serie de elementos míticos, reales e históricos», asegura el autor leonés.
Preguntado por la diferencia existente entre estas ‘leyendas urbanas’ y las más tradicionales que se sitúan a menudo en enclaves del mundo rural, Alfonso García quiere matizar que las leyendas se encuentran en todas partes. «Casi todos los monumentos tienen una leyenda o varias leyendas, que incluso han trascendido las fronteras nacionales al permanecer en la memoria de otras gentes. Así, en el libro cito como ejemplo una leyenda que me comentó la historiadora alemana Ana María Achatz relativa a la Basílica de San Isidoro. Digamos que la leyenda urbana circula más en el ámbito de lo anecdótico, mientras que las leyendas de carácter real, las que consideramos de toda la vida, tienen el fundamento de intentar explicar un fenómeno que, ante un pueblo iletrado como era en el ámbito en que nacieron, pretende buscar una enseñanza, una conclusión de tipo religioso que no seríamos capaces de explicar de otra manera. Ahora bien, eso no indica que no haya leyendas fuera del ámbito religioso, las hay y además muchísimas», sugiere García, que remite en este aspecto al Camino de Santiago, a las leyendas de amores provocadas por la guerra de Cuba, el santoral, el agua..., que a su juicio «encierran esas enseñanzas y ese adoctrinamiento que en un momento determinado se pretendía, aunque lógicamente entre nosotros hay otras circunstancias que partiendo del hecho histórico, como son las leyendas de moros en muchos casos, tienen un cierto sentido heterodoxo», asegura.
El hecho de que esta provincia sea tan proclive a este fenómeno, Alfonso García lo justifica primero en que «la orografía de León siempre nos ha conducido al aislamiento y el aislamiento ha hecho que permanezca la tradición oral de forma notable, porque han ido pasando de padres a hijos a través de los filandones que tanto conocemos todos. Prácticamente hasta los años setenta del pasado siglo en que se rompe digamos esos modos de vida tradicionales a través de la Ley de Educación de Villar Palasí y empiezan a disgregarse o a desaparecer de alguna manera los pueblos», destaca el autor, que también hace referencia a un segundo factor relativo al fenómeno migratorio. «Estos emigrantes conservaron muchas de las tradiciones y costumbres que habían tenido como experiencia durante su época en el pueblo. Y quizás como reminiscencia, como añoranza, siguieron manteniéndolo. Una de las leyendas que recojo en el libro relativa a ‘La damita de Cerulleda’ no la escuché en León sino en La Habana, ciudad en la que hay tantas raíces leonesas que se podría investigar todo este aspecto de igual manera que en cualquier punto de la provincia leonesa», reconoce el autor, para quien esto es de una enorme relevancia «porque ha conducido a que León sea, en el contexto de la lengua española en el mundo, posiblemente uno de los reductos más importantes de la tradición oral, que se ha recogido bastante bien –y en este sentido me gusta reconocer la labor efectuada por la Diputación Provincial– porque ahí están el romancero, los cuentos populares, el cancionero y últimamente las leyendas de tradición oral como sustrato que sustenta todo el desarrollo hecho más tarde por José Luis Puerto. Todo ello hace que nosotros en cierto sentido seamos un ejemplo a seguir».
La despoblación del mundo rural dificulta cada vez más la transmisión de esta tradición oral, aunque García considera que «todavía queda una generación que puede ser aprovechable, pero el recoger en forma de tradición oral las leyendas ya es más complicado», asegura el investigador leonés, para quien «el desapego que ha habido por estos temas en un momento determinado como consecuencia de que nuestra forma de vida se ha visto desenganchada de la vida tradicional lo hace más difícil pero no imposible».
Sobre los temas más recurrentes en las leyendas leonesas que se recogen en su publicación, el autor quiere precisar que «las leyendas tienen en el fondo un carácter universal porque tratan de explicar unos determinados hechos. Pero si tuviéramos que hablar de León yo siempre pienso que la nieve es un elemento fundamental para recrear el ambiente legendario. Todas las relativas al Camino de Santiago son leyendas que tienen fundamentalmente un carácter sagrado. La sacralidad es una de las referencias inevitables. El agua también es un tema muy recurrente en este sentido», sostiene García, que también pone el acento en la Guerra de la Independencia o la general de los moros, «que en la mayor parte de los casos no tiene nada que ver con los moros. Aun teniendo las leyendas una referencia histórica concreta, cuando se desconoce siempre se alude al tiempo de los moros. Pero el tiempo de los moros puede ser hace cien años, doscientos años, o puede situarse de hecho en su periodo histórico. Esto tiene una vinculación muy clara con algunos topónimos y por lo tanto con las etimologías populares. Cuando se habla del Valle de la Morica evidentemente hay que indagar a ver qué se puede esconder detrás de ello. Cuando la gente desconoce efectivamente qué hay detrás de un hecho da una explicación de una etimología popular o de una leyenda. Por tanto los étimos todavía hablan, lo que pasa es que tenemos no solamente que interpretarlos sino que escuchar a esa gente mayor que queda cada vez en menor cuantía. Yo creo que esa es la virtud más importante, saber escuchar para que no nos cuenten la verdad sino que nos cuenten lo que han oído. Que no se trata de interpretar si es verdad o no es verdad, pues sabemos todos lo que es realmente, sino de ver efectivamente cómo ese hecho tenía una explicación que la gente fue repitiendo de generación en generación. Era la leyenda una forma más de explicar la realidad. No digo que tan válida como otra, pero en todo caso válida para aquellos que la utilizaban como tal», concluye García.
Alfonso García: "La leyenda no es algo del pasado sino del presente"
El docente, periodista y escritor leonés acaba de publicar en la editorial Eolas ‘León, tierra de leyendas’, que supone una versión corregida y aumentada de su anterior libro ‘Pasado mítico de una tierra.Leyendas de León’
13/01/2018
Actualizado a
15/09/2019
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