Amando Casado es un autor que no se prodiga demasiado en sus exposiciones cara al público, aunque ha realizado algunas muy importantes, así como un libro junto a Antonio Gamoneda titulado ‘Veo la luz’. En esta ocasión presenta su obra de este modo: «Es un encuentro con los lugares del arte bajo el título ‘Locus ars’ con esa inocencia del niño que va a ellos y se deja sorprender, como cuando íbamos a jugar en las casas viejas, aquello era como montar la magia, que luego a lo mejor no encontrabas nada, pero era así, la sensación».
No se intenta documentar nada ni deducir nada, sino llevar un registro que signifique algo emocional, un sentir en esa presencia donde uno se encuentra, en el que el artista tiene una poética y cada uno lo ve con esa idea poética de desvelar lo invisible en esa presencia de cada cual allí.
Entonces sugiere: «lo que haces es un registro que para ti significa un momento, no narra nada, porque yo pienso que la fotografía –como dice Barthes– ‘no narra nada’, porque es un hecho único, narra si es secuencial, como en el cine, pero esto no es narrativo, simplemente es un registro único que lo que hace es excitar la memoria y traerte recuerdos, no tanto cuando lo haces, con todo el contexto, como cuando alguien lo ve. Tú lo sueltas y cada uno se hace su propia narración en función de lo que ve y de su propia memoria».
Amando Casado considera que son lugares del arte no sólo los museos, también los auditorios, las bibliotecas y los libros, por supuesto y sobre todo la Naturaleza que es la principal sala de arte y de inspiración de todos los artistas, además de la matemática en busca de la abstracción.
La exposición sigue un camino que se inicia en la figuración, pasando por una semi-abstracción para finalizar en una pieza totalmente abstracta lo que para él representa una evolución lógica.
Sobre su modo de elaborar sus fotografías precisa: «Pienso que cuanto más te alejas de la realidad, la foto se enriquece. Me interesa más expresar fotográficamente que registrar fotográficamente, no reproducir, porque la fotografía no reproduce nada, solo nos reproducimos los seres humanos, hay que superar la representación mimética en las fotografías. Es una faceta más de la fotografía, pero la esencia de la fotografía no es esa. La fotografía es una huella de luz, que se le parezca o no se le parezca es ya circunstancial, pero sigue siendo fotografía en estado puro y todo lo que hay es fotografía en estado puro».
Se ve en la música: en la fotografía que está a la entrada de la exposición se ve una orquesta tocando y aclara: «la intención mía no era sacar la orquesta ni los instrumentos ni sacar el espacio donde están tocando, mi idea es el sonido, que es la esencia de la música, el movimiento, porque la música es movimiento, exactamente igual que la vida, la vida es movimiento, lo otro son las piedras».
Sus imágenes tienen que ver con la luz, sin luz no hay fotografía y en algunas la oscuridad es dominante y solo se ve lo que la luz permite, y con ella se pueden realizar juegos fotográficos en estado puro, siendo más bien gestos, sensaciones que se ven mejor alejándose de la realidad, como vuelve a decir: «cuanto más te alejas de esa realidad aparece una foto que es realismo, porque la realidad está fuera de la foto y lo que hago es alejarme justamente del realismo para que la foto, siendo fotografía en estado puro, con los hechos irreductibles de la fotografía, sea real. Es decir, nos alejamos del realismo para que se convierta en real, porque no existe un referente de esa foto. Es un hecho fotográfico».
Hay fotografías en las que domina la luz mientras que en otras domina la oscuridad, es la ambigüedad del misterio, en la fotografía lo invisible está dentro de la luz, pero ¿arde algo dentro de lo invisible?, eso es lo que hay que descubrir, lo importante es ir a por la foto, como cuando vas a la montaña, que siempre está ahí, lo importante no es la montaña, sino que tú vayas a ella. Y aclara: «esto es un poco la intención que yo tengo en estas imágenes, el blanco con todo lo que significa, el blanco de luz, de pureza, mientras sobre una línea casi invisible caminan unas figuras minúsculas, el ser humano perdido en el blanco infinito, nos creemos dioses, pero cuando vamos a una montaña nos damos cuenta que somos como hormigas».
La poética de la imagen es buscar lo que está más allá, lo espiritual y es algo que Amando ha buscado en todas sus imágenes partiendo de la realidad figurativa y nítida, para continuar con la semi abstracción de las imágenes en movimiento o difusas, finalizando con su juego de ondas de luz.
Sobre las distintas fotografías Amando explica: «No las he titulado porque no me interesa que la gente busque los lugares o cosas accesorias, me interesa que vean las fotos por su sentido y experimenten su propia sensación en cada una de ellas, como si se las apropiaran de acuerdo con sus vivencias y experiencias». En algunas imágenes la memoria del espectador elabora figuras que no hay, solamente has luces que se cortan y parece que se ven personas que no hay, es un camino a la abstracción.
La exposición le produce la satisfacción de verla colgada, que no es cosa que haga habitualmente y que las personas puedan contemplarla. Además, la sala ahora es maravillosa porque tiene el doble de muro para exponer, su iluminación y su espacio, pero para Marga el trabajo es el doble, aunque tener tanto espacio te hace ver la exposición más sosegadamente, con más calma y todo respira mejor.
La exposición de Amando Casado se podrá ver hasta el día 30 de marzo en la galería Armaga, de la calle Alfonso V nº 6.