La artista leonesa comenta que los seis dibujos que expone no tienen un hilo conductor determinado, sino que son reflejo del trabajo que desde hace algunos años viene desarrollando con el hiperrealismo, una técnica que le interesa bastante y que le permite fijarse sobre todo en las cosas cotidianas, en especial los objetos. «La cosa que veo que tiene un color llamativo intento reproducirla», comenta Farrés, cuya pasión por el dibujo le viene de la infancia. «Mi madre me sentaba en la cocina a dibujar bolas de helado y desde entonces he ido mejorando e interesándome más por esta técnica».
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En opinión de la artista lo más complicado de su actividad es que los retratos de las personas «expresen algo» y que no se queden en «meras formas plasmadas en un papel». En este sentido declara su preferencia por el dibujo de la anestesista por la expresividad de su gesto.
Para Farrés el hiperrealismo puede que esté infravalorado por la crítica y los estudiosos del arte, si bien considera que «sí que llama la atención» del ciudadano de a pie, que sin entender en exceso de arte le gusta verlo, aunque reconoce que «no se ven demasiadas exposiciones de esta técnica».
Sobre su ‘modus operandi’, cuando se trata de blanco y negro se vale siempre de un bolígrafo bic azul, «porque el contraste del azul con el blanco del papel queda mucho más armónico», y si es en color «me valgo de una fotografía del objeto que voy a dibujar y me limito a reproducirlo, sin más».
Anna Farrés guarda todos sus dibujos desde que era una niña, por lo que se cuentan por miles. Los leoneses pueden ahora contemplar seis de ellos que revelan a una artista modesta que dibuja con fidelidad aquello que ve.