

– Mi método es como un mapa expandido, arborescente. Cada cosa no para de llevarme de una a otra, con idas y venidas entre los lugares concretos y lo inmaterial, con todo lo que se encuentra en internet o en libros, hasta lo que veo y escucho a las orillas. Parece sin fin. Agujeros negros que no paran de expandirse. Para dar forma a un posible relato, en la película habrá un hilo conductor que arranca conociendo enseguida siete personajes, siete historias. Se empezará con el más joven, de 30 años en Yesa, hasta el que más edad tiene, 80 años, como remontando el tiempo atrás.
– ¿Qué has hecho estos días en los embalses de León?
– He filmado durante cuatro días en Riaño y Vegamián con la ayuda de Ismael Aveleira, cineasta de León. En Riaño he grabado a Alfonso González Matorra mientras participaba en el antruido. Recuperaron el antruido riañés en el año 2009, después de no haberlo hecho desde los años 30. Reflexiono sobre el deseo de volver a los orígenes, pero también me interrogo sobre hasta qué punto es posible recuperar tradiciones cuando los territorios se están volviendo postales turísticas en el contexto de nuestra sociedad de consumismo-espectáculo.
También grabé a Isidoro de la Fuente reconstruyendo el callejero del antiguo Vegamián, anotando todos los nombres de los vecinos en cada casa. Hemos dibujado un mapa extendido indicando a dónde se fue cada uno de ellos después del desalojo.
También rodé algunas escenas de alguien que ha reconstruido desde los escombros la casa de sus abuelos, expropiada y destruida desde hacía más de treinta años.

– Los afectados por la construcción de embalses sufren una pérdida que quería compartir, con cierta hermandad, aunque mi experiencia es diferente. Algunos de ellos lo llevan adentro, el pueblo sigue vivo y yo deseaba ver qué formas de resistencia y resiliencia han creado, cada uno a su manera. Puedo afirmar que nada se pierde del todo y el arte es una manera para potenciarlo. En el futuro, vamos a sufrir muchas pérdidas aún y tenemos que aprender a perder.
– ¿Qué se verá en la película?
– Cada personaje aparece primero con su grupo, en una situación real (por ejemplo en una protesta, en una fiesta de reencuentro o en una danza del antruido). Luego el personaje se destaca y realiza una acción que hemos puesto en escena. Por ejemplo, he pedido a un hombre que se introdujera de cuerpo entero en una grieta provocada por un terremoto debido a las inestabilidades de una de las laderas del embalse de Yesa. Es una metáfora del embalse que se come los valles y nos engulle.
– Con tu participación en la exposición ‘Región. Los relatos. Cambio de paisaje y políticas del agua’ (Fundación Cerezales-Musac, 2017) ya planteaste una cartografía física y emocional de una geografía desaparecida.
– Comencé esta película en el año 2012 y, dada la envergadura del tema, había que iniciar un trabajo previo de documentación, el cual se ha convertido en una obra en sí mismo: esta cartografía de la cual se presentó parte en esa muestra.
A la hora de buscar una memoria borrada, hay que ir a los sitios físicamente para reencontrar lo desparecido a través de los lugares y de la personas relacionadas y es un privilegio conocer a los personajes de la historia que quiero contar, en carne y hueso. También tengo que decir que, al inicio, no tenía previsto grabar Riaño, aunque ya estaba en mi mapa. Esa ampliación ha sido posible gracias aquella invitación de la Fundación Cerezales, donde llegué a conocer gente aquí, en León, tan dispuesta a colaborar.