Antonio Barreñada, un paisano de la Sobarriba al que en su tierra llaman Tasio, iba a tomar posesión este domingo de su cargo de Mayordomo de la histórica Cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y el Silencio. Un importante privilegio en aquella tierra de tradiciones con una duración anual, lo que le confiere un carácter ‘casi’ rotatorio aunque nunca rutinario. Pero las gentes de la Sobarriba repararon en que el nuevo Mayordomo "no era uno cualquiera" (con todos los respetos para los que antes lo han sido) y en silencio —como la cofradía— fueron tejiendo un gran homenaje para su Tasio, para Barreñada. Un paisano con capa, como tantos, lo explicaba como nadie a la pregunta sobre los motivos del reconocimiento: "Te lo voy a decir que lo entiendas: Es para que quien más quiere a la Sobarriba entienda que también es a quien más queremos los de La Soba".
Más corto y por derecho tal vez solo lo explicó don Fermín, el veterano párroco de la comarca, quien cambió misas y pidió favores para poder estar presente. Cuando Barreñada fue a darle unas emocionadas gracias solo le dijo: "Mereces esto y mucho más".
Tiene Paco Flecha, profesor y filósofo, la teoría de que Antonio está en el mundo "para hacerle un favor a su tocayo Machado; pues cuando el poeta dice eso de que alguien es bueno en el buen sentido de la palabra, bueno... piensas en ‘el Barreñada’ y lo entiendes todo".
Y así se fueron tejiendo muchas complicidades. Se fueron engalanando rincones que conducen en Villaseca a la casa familiar de los Barreñada, fueron las mujeres haciendo dulces caseros, fueron las cofradías de la Sobarriba llamándose unas a otras para ser esa mañana todas una, desempolvaron los pendones, las chiflas y tamboriles... y a las nueve de la mañana comenzaron a voltear las campanas. Las calles estaban llenas de gentes con capas y sombreros, Bernardo los alineaba para caminar hacia la casa del Mayordomo... En fin, como hacen estas cosas en la Sobarriba, que cuando suena la llamada de la tradición lo saben hacer como nadie. Porque lo viven desde siempre, porque los que este domingo estaban lo hacen como lo hicieron sus padres y los padres de sus padres y así casi hasta el infinito, que los de la cofradía de las Capas Pardasde Paradilla dicen perder sus orígenes en el limbo de los tiempos.

Y así se congregaron junto a la iglesia "todas" las cofradías de la Sobarriba (creo que aquí debería decir de la Hermandad de la Sobarriba). Se congregaron representantes de Santísimo Cristo de la Veracruz de Villarroañe (tenor de abajo de la Hermandad); de San Pedro de Alcántara de Villaturiel (tenor de abajo de la Hermandad); de Nuestra Señora de la Asunción de Arcahueja; de Santa Eugenia de Paradilla de la Sobarriba (la histórica de las capas pardas); de Nuestra Señora del Rosario de Villaseca de la Sobarriba y las ‘Penitenciales’ de Villalboñe y Solanilla; además, por supuesto, de los hermanos de la cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración y el Silencio, que estrenaban Mayordomo.
Caminaron juntos hasta la casa familiar del Mayordomo que, nervioso, esperaba lo que creía que iba a ser la tradicional parva el tele-club para bajar hasta León a los ritos estipulados en la Catedral y San Francisco. Sonó la música, abrió la ventana a medias y se quedó en la sombra Barreñada para escuchar cómo le decían desde la calle el diálogo habitual.
- Cúmplase en buena hora el nombramiento de Mayordomo.
- Que sea de enhorabuena; respondió antes de descender a la calle, entre las risas que provocó la broma de algún cofrade para que no se asomara y viera lo que le esperaba: "Pero no te tires, baja por la escalera".
Y bajó. Abrió la puerta y no pudo contener la emoción, creo que tampoco las lágrimas y fue abrazando a tanta gente que había ido tejiendo aquella mañana de emociones añadidas a su nombramiento como Mayordomo, que no es poco.
Como si don Fermín les hubiera aleccionado fueron muchos los que repitieron las palabras del veterano y entrañable párroco: "Mereces esto y más". En la Iglesia se lo repitió en medio de una invitación a celebrar la Semana Santa que se acerca "con alegría, que son fiestas de alegría, expiración y silencio, como bien sabéis en vuestra cofradía".
Se leyó un texto de un vecino que insistía en la idea del agradecimiento y de ahí marcharon a la parva, el chocolate, los churros, las pastas, la conversación, las anécdotas de quienes recordaban algo en lo que Antonio "les echó una mano"... y para León.
Hasta los dos escenarios de la ciudad, hasta la ciudad para hacer el Juramento del Cargo y hasta la iglesia de San Francisco para tomar posesión rodeado de cientos de feligreses, los alcaldes de León y Valdefresno, el teniente de alcalde de Villaturiel y allí seguían los representantes de las cofradías de la Sobarriba.
- Mereces esto y más; repetían.