«Si puedes soñarlo, puedes hacerlo». «Si crees en ti mismo, todo es posible». «Tu único límite es tu actitud». «La vida puede ser bonita o triste, solo depende de cómo la quieras ver». «Vas a conseguir todo lo que te propongas y todos tus sueños se harán realidad». Desde hace unos años, es cada vez más frecuente encontrarse con este tipo de frases motivadoras en todas partes. Se trata de enunciados que nos invitan a tener una actitud positiva ante la vida y a confiar en que, con esfuerzo, podremos conseguir todo aquello que nos propongamos. En un primer momento, esto puede parecer algo muy bonito e inspirador. Pero, realmente, es probable que nos encontremos ante un arma de doble filo.
No cabe duda de que, tener una actitud positiva ante la vida, suele resultar bastante beneficioso a la hora de enfrentarnos a los problemas y a los retos del día a día. Pero hay que tener cuidado con no superar ciertos límites que nos hagan caer en un positivismo extremo e irracional. Y lo cierto es que, en los últimos tiempos, ha surgido una especie de corriente que fomenta este positivismo exagerado, a través de discursos absolutamente utópicos, cargados de ideas y de frases similares a las de los ejemplos anteriores. Esto puede provocar que lleguemos a tener unas expectativas demasiado altas y que, al no cumplirse, nos frustremos o sintamos que hemos fallado o fracasado en algo. Y por supuesto que eso no es así.
En la vida, no siempre vamos a poder conseguir todo lo que nos propongamos. Habrá ocasiones en las que sí que lo logremos y habrá otras en las que no. Y no siempre es suficiente con creer en uno mismo o con tener una buena actitud. Hay muchas herramientas con las que podemos trabajar para llegar a alcanzar nuestros objetivos y nuestras metas, pero no debemos frustrarnos ni creer que hemos hecho las cosas mal si alguna vez no lo conseguimos. Por lo tanto, ¿es bueno ser una persona positiva? Sin duda, sí, pero manteniendo los pies en la tierra y tratando de no perder la noción de la realidad.
En relación con todo esto, también hay que mencionar aquellas emociones, sentimientos y procesos que, como consecuencia de esta corriente de positivismo extremo, consideramos erróneamente como negativas y que muchas veces invalidamos sin darnos cuenta. El problema aparece cuando dichas emociones, sentimientos y procesos, se presentan de manera muy frecuente o continuada. Pero experimentarlas en determinados momentos, es algo completamente normal. Tenemos derecho a sentirnos tristes, tenemos derecho a enfadarnos, tenemos derecho a sentir frustración, tenemos derecho a sentir rabia, tenemos derecho a sentirnos inseguros, e incluso tenemos derecho a no saber bien lo que sentimos. Tenemos derecho a sentir, a expresarlo y a ser escuchados y comprendidos, sin que nadie nos diga que nuestras emociones no son buenas o que nuestros sentimientos no son válidos.
La vida real no es un cuento de hadas y no todo es de color rosa. A menudo nos encontramos con obstáculos que tratamos de superar y de vencer y, con los recursos y las herramientas que tenemos, lo hacemos lo mejor que podemos. Así que, quizás, la clave del éxito reside más en la búsqueda y en la construcción de estos recursos, que en la imaginación de un mundo perfecto que se asemeja muy poco a lo que es el mundo de verdad, con sus luces y con sus sombras, agridulce, maravilloso y complicado a la vez, en el que podemos esforzarnos en dar lo mejor de nosotros mismos para alcanzar todo aquello que nos proponemos, pero siendo conscientes de que nuestra capacidad no es infinita y de que a veces hay variables que se nos escapan y que no podemos controlar. Si logramos combinar una actitud positiva y motivadora con una dosis de realismo y de aceptación, estaremos en el camino correcto para intentar luchar por nuestros sueños y para tratar de conseguir los objetivos y las metas que, a lo largo de nuestra vida, nos vayamos marcando.
Claudia Cendón de la Mata es psicóloga sanitaria especializada en psicología de la salud y terapia familiar y de pareja.