A la entrada de esta localidad del municipio de Almanza, en la que viven una veintena de personas durante todo el año, Sara compró una nave de ovejas y, haciendo gala de su profesión, la restauró para montar su propio taller. «La nave estaba llena de alpacas, comederos y en estado de abandono porque ya no se utilizaba. No obstante, la vi y me convenció», apunta la joven de 26 años.
Después de formarse como restauradora de obras de arte, en la especialidad de tejidos y esculturas, Sara trabajó rehabilitando piezas religiosas en la ciudad en la que vivía, Palencia, y desde la que decidió mudarse a Calaveras, el lugar donde veraneaba y tenía sus raíces. En el taller montado con sus ahorros compagina esta vertiente más técnica y profesional con otra más artística, realizando trabajos por encargo de cuadros o murales con todo tipo de técnicas de pintura. «Restauro obras de arte en escultura, pintura y algo de tejidos. Pero como he estado en el mundo del arte y me he gusta pintar, pues realizo láminas en acuarela, grafito, óleo y todo tipo de pintura», explica la emprendedora.
Buscando su mercado
De esta manera, Sara lleva a cabo desde trabajos modestos como láminas con paisajes de pueblos cercanos hasta ambiciosos proyectos de restaurar esculturas religiosas, como un Cristo de dos metros que se exhibía en la Catedral de Valladolid y que ahora preside una iglesia de nueva construcción en Arroyo de la Encomienda. «Estoy intentando moverme por redes sociales y demás, darme un poco de publicidad, porque lo primero es que me conozcan», comenta la joven restauradora sobre sus primeros pasos.Sara sabe que su lugar está en Calaveras y, aunque no sea sencillo, también sabe que no está sola en su empeño de montar su negocio en el medio rural. «Empezar algo de cero es difícil en cualquier sitio, pero aquí siempre tienes la ayuda de la gente del pueblo que han estado muy ilusionados con este proyecto», señala sobre el respaldo de sus vecinos la joven emprendedora de 26 años.
‘Made in Calaveras’
Como complemento, Sara también mantiene abierto el teleclub de esta pedanía de Almanza. Un espacio que, cómo no, ha sido decorado por ella con grandes murales repletos de artísticas calaveras. Unos cráneos que, lejos de parecer tétricos, ha logrado convertir en una de las ‘marcas de la casa’ al moldear y personalizar pequeñas esculturas que están cosechando un gran éxito entre sus vecinos.No cabe duda que la ilusión y el talento se esconden hasta en el León más despoblado. Con una nave de ovejas, un puñado de herramientas y muchas ganas de trabajar, Sara Macho Vargas quiere demostrar que el arte y la imaginación tienen denominación de origen a la entrada de Calaveras.