«Me estoy adaptando a un cuerpo que ya no es el de 30 años y sacando oro de lo que le queda», ha confesado –a las puertas de los 52- la artista cubana Ana Beatriz Pérez Enríquez - Betty (La Habana, 1972) en su coloquio con el público tras el ensayo abierto de ‘Anfibia’, la pieza seleccionada para el I ‘Programa de refugio creativo. Residencias artísticas Ana Mendieta’ del Programa de Protección Internacional (PPI) de San Juan de Dios de León.
En este sentido, la que fuera primera bailarina de la compañía de Danza Contemporánea de Cuba ha puesto en escena este martes en el teatro de La Fontana, en el barrio de Armunia, un solo de danza creado bajo la dirección escénica de Ana Vallés que «habla de un viaje en el que importa mucho lo que te encuentras en el territorio».
Así, unifica voz, espacio sonoro y movimiento en «un acto militante del ser y el estar, de permanecer en el aquí y el ahora, al encuentro de una naturaleza propia y distintiva, con el cuerpo como testimonio». «No se trata de domesticarse, se trata de adaptarse con tu bagaje, con tu recorrido, porque todos tenemos algo que dar”, ha recordado una artista que hace relieves con el cuerpo y deja grietas para que el tiempo se mueva a su antojo: «Yo tengo mi partitura, pero me dejo ir en el momento presente, hacia donde me lleve, porque cada momento es único».
‘Anfibia’ dibuja a aquella mujer en cambio continuo. La artista que muta para reinventarse poniendo en valor la voluntad, la fuerza femenina, la fragilidad y la belleza: «Es una metáfora del cambio, del paso del tiempo y de la capacidad humana de saberse adaptar al territorio, mutando hacia nuevas realidades, ajustándose a un nuevo devenir». «Para adaptarse hay que tener valor, crear una piel distinta, una piel que respire, que te ayude a fluir, a transitar», ha apostillado.
Y eso es precisamente lo que ha hecho ella. Aunque «Cuba fue el origen y el cultivo» de la persona que es, Betty reside desde el año 2001 en La Coruña, donde compagina su faceta artística con la docente. Actualmente, desarrolla el proyecto artístico La Guajira, una compañía de danza de pequeño formato junto a Armando Martén, su compañero de vida, y el músico y compositor Ismael Berdei.
Ana Beatriz Pérez: "La pieza pretende transformar las situaciones críticas en oportunidades de crecimiento conjunto"
«‘Anfibia’ quiere encontrarse con la mujer que soy hoy, nacida en La Habana, ciudad que tiene una pulsión reverberante, y residente en La Coruña, una ciudad más apacible y temperada, aunque con gran poderío histórico y social. Dos comunidades vinculadas por la emigración», ha señalado sobre una pieza que «atraviesa el umbral entre lo que está dentro y está fuera».
En este sentido, aspectos como la relación con el entorno, las formas de habitar un espacio de manera diferente y la aproximación a otros cuerpos se han dado cita en una residencia artística que, a modo de ensayo abierto a la comunidad, «pretende abrir la mirada sobre los procesos migratorios transformando situaciones críticas en oportunidades de crecimiento conjunto: de la comunidad, la institución y el territorio de acogida, de la persona o familia en tránsito».
«Y del artista», según ha reflexionado Ánxela Blanco, dinamizadora sociocomunitaria de un PPI que solo en el año 2023 acompañó a 279 personas en fase de acogida y a otras 87 en fase de autonomía, personas solicitantes y beneficiarias de protección internacional de una veintena de nacionalidades distintas.
Personas refugiadas por conflictos armados, políticos y económicos o por cuestiones de orientación sexual. En la antigua residencia universitaria de La Fontana viven 76 de ellas, de todas las edades, colores de piel, idiomas, niveles educativos y confesiones religiosas. Principalmente, familias y adultos jóvenes que esperan el permiso de trabajo para poder tener su primer contrato laboral y una casa propia.
La Fontana, con su maravilloso teatro de 146 butacas, ha levantado el telón a la creación con un ‘Programa de Refugio Creativo’ que el pasado 7 de noviembre se presentó en las 16 Jornadas de Inclusión en las Artes Escénicas del Inaem, celebradas Tarragona bajo el lema ‘Del ensayo al acto’ con el reto de reforzar la idea de que la participación ciudadana en las artes es un derecho más, también para las personas y colectivos en riesgo de exclusión social.